Ya nos queda menos camino por recorrer…
Quiero creer que todos, en mayor o menor medida, hemos reflexionado en este tiempo.
Hemos mirado a algunos con cierto recelo por acercarse demasiado en la cola del supermercado y a otros con infinita admiración en la distancia, desde la pequeñez de nuestros balcones.
El virus nos ha hecho pequeños a todos, sin excepción; pero a la vez ha mostrado la grandeza de algunos profesionales.
A sanitarios y cuerpos de seguridad seguimos hoy aclamándolos, cada tarde a las ocho, con aplausos y vítores por su encomiable labor en esta lucha. Pero hay otro puñado de profesionales que, en silencio, mañanas, tardes y noches; algunos con una sonrisa bajo la mascarilla (eso se nota en la expresión de los ojos) y otros con gesto de preocupación por la titánica labor que desempeñan, libran en primera línea su particular lucha contra el virus.
Hasta hoy fueron muy pequeños, casi invisibles; pero cada día que pasa, y ya van treinta y nueve, trabajan sin descanso para que todos los centros de trabajos estén en las mejores condiciones higiénicas, libres de virus. Mesas, puertas, pomos, suelos, teclados, monitores, aseos, paredes, escaleras, teléfonos. Todos los días, todas las horas. Nunca antes fue tan agradable respirar a diario ese perfume a lejía y amoniaco en el trabajo. Nunca antes los profesionales del sector limpieza fueron tan esenciales como hoy.
Porque hasta la fecha, la única vacuna que conocemos contra el virus es la higiene y la limpieza y por ello antes de que recorramos todo el camino y la amnesia colectiva nos devuelva a nuestra particular ceguera, quiero aplaudir a esos profesionales que se han hecho tan esenciales como los otros, porque vuestro esfuerzo diario ha hecho que nos sintamos más seguros y eso, no tiene precio.
Un aplauso para todos los profesionales de la limpieza.
Gracias especialmente a Rahma, en nombre de todos mis compañeros y en el mío propio.