Se lleva mucho tiempo intentando explicar al Gobierno de la Nación, sea del color que sea, que la situación de los MENA no es más que un fleco pendiente del problema de la inmigración. Es decir, que debería ser la Administración General del Estado la que asumiera esta cuestión. Es una pelea que se mantiene desde hace años por parte del Gobierno autonómico, pero nunca lo han entendido o no lo han querido entender. Pero lo que está sucediendo con lo que se vive diaramente en los dos polideportivos que se prepararon para atender a ciudadanos marroquíes roza ya la tomadura de pelo a todos los ceutíes. Es un problema claro de inmigración porque son, en su mayor parte, ciudadanos marroquíes sin documentación y que normalmente serían devuelvos a Marruecos por parte del Cuerpo Nacional de Policía y, por otro, trabajadores transfronterizos que no pudieron regresar a su país por el cierre de la frontera. Lo que se ha dicho desde la Ciudad es que se lleven a los inmigrantes ilegales al CETI al igual que sucede con los argelinos o con los subsaharianos. Y en el caso de los transfronterizo que el gasto sea asumido por la Delegación del Gobierno. Pues bien, la respuesta siempre ha sido negativa, pero no se da ninguna respuesta lógica a las peticiones continuas de la Ciudad Autónoma. Lo único que se transmite es el no por el no ya que ahora es la Delegación del Gobierno la que tiene el tema en sus manos. No dan explicaciones lógicas, ya no solo al Gobierno sino al conjunto de los ceutíes. Que expliquen, aunque sea por nota de prensa, qué razones hay para no atender esta propuesta. ¿O es que acaso los ceutíes somos diferentes al resto de nuestros compatriotas? Lo que no se debe confundir desde el Gobierno es que la lealtad institucional y el carácter solidario de los ceutíes no son un cheque en blanco.