Veinticuatro horas después del atentado cometido contra la carnicería del Vasco, su propietario se reafirmaba en su postura de no dejarse amilanar por aquellos que están convirtiendo su vida y la de su familia en un auténtico infierno.
“De moral me encuentro perfectamente, mis principios básicos son muy fuertes y estoy totalmente convencido de lo que estoy haciendo”. Un estado de ánimo totalmente opuesto al que saca a la luz cuando alude a la “indefensión” que siente ante la Justicia. “Estoy insatisfecho judicialmente. La víctima está desprotegida y el verdugo protegido. La responsable del Juzgado número dos no me ha llamado siquiera para ratificarme en el primer tiroteo y han soltado a los verdugos de mi sobrino. Se ríen de todos nosotros”.
Un verdugo, sobre cuya identidad no tiene dudas el Vasco. “El único capo que hay en el Príncipe está protegido y si lo cogen como cabeza visible a él y a todo el núcleo de la mafia no habrá un tiro en el Príncipe durante cinco años”. Tan convencido está de sus palabras que el propio Vasco lanza esta proclama. “Si cogen a quien yo digo, firmo que si en cinco años hay un tiroteo voy a prisión”.
Hasta la saciedad dice el Vasco haber denunciado los atentados que tanto él como su familia han sufrido en los últimos años sobre la que dice es una “banda muy organizada”, que “vende armamento en el Príncipe por cien euros, que tienen a personas que se dedican a venir desde la península para traer las armas”. Integrada incluso por ciudadanos marroquíes, el Vasco asegura que, al menos, tres personas proceden de Marruecos, “vienen a matarnos y eso consta judicialmente, pero ellos no le temen a nada, ni siquiera a la ley”.
Ante la ley del silencio que rige en el Príncipe, y lo que el Vasco considera “un vacío de poder legal que está ocupado por la mafia”, tanto él como su familia se sienten “desprotegidos y desnudos”. El miedo de los vecinos de esta populosa barriada a denunciar se ha trasladado incluso a algunos familiares lejanos del Vasco. “Han cortado relaciones con nosotros y a mi familia, que está amenazada, la han llamadao para testificar”.
Pese a las continuas denuncias presentadas desde los años 90, el Vasco lamenta que “no me creen y eso que han derramado la sangre de todos mis familiares. Hay una guerra abierta sin cuartel contra toda una familia humilde y decente”.
Pese a asegurar que no tiene miedo a las amenazas, “me siento fuerte”, asegura, no obstante, y con la frustración en la voz, el Vasco se lamenta, al igual que en el caso de la Justicia, de la postura de los responsables políticos de nuestra ciudad. “El Gobierno y los políticos de turno son los que me tienen que ayudar y proteger, soy un ciudadano de primera, aunque me quieran tachar de tercera, que sólo reclama unos derechos constitucionales”. El Vasco se reitera en sus críticas a la clase política mientras recuerda que nunca ha escuchado a ningún representante de la Asamblea aludir a su situación. “Jamás he visto al que dicen que es el mejor alcalde de España ni a ningún otro decir ni una palabra de lo que está ocurriendo. Han crucificado a toda una familia, pero hacen oídos sordos”.
Un “guetto de moros contra moros es en lo que han convertido el Príncipe”, sentencia, preguntándose ya no sólo por cuestiones de seguridad, sino también por las tan anunciadas inversiones en el Príncipe. “Aunque digan lo contrario, tenemos al peor alcalde de España porque del Príncipe sólo buscan un puñado de votos cada cuatro años, que es cuando suben a la barriada y han dejado que se convierta en un nido de ratas”.
Unos políticos que no solucionan la situación en el Príncipe; una Policía “limitada, a las que tiran piedras y se tienen que callar y esto ya les sobrepasa” y una Justicia que no hace justicia, son los ingredientes de la pesadilla que a diario viven el Vasco y su familia, que pide a gritos una solución ya e invita a cualquiera a “ponerse en mi situación”.
Estima las pérdidas de la carnicería en unos 60.000 euros
El Vasco ya ha presentado la denuncia en Comisaría, y únicamente está a expensas de conocer la valoración de las pérdidas producidas por el fuego que el pasado sábado calcinó su negocio. “Ha sido una pérdida total, calculo unos 60.000 euros entre cámaras, neveras, la mercancía o los instrumentos de trabajo, aparte del local”.
Ahora el Vasco se pregunta cómo mantendrá a su familia después de que su negocio quedará reducido a la nada tras este último atentado. “Espero que me den alguna ayuda para darle de comer a mis hijos. ¿No sería lo normal?”.
Las amenazas, ataques y agresiones contra su familia no han amilanado al Vasco que se muestra contundente al asegurar que no conseguirán echarle de la ciudad. “Seguiré denunciando, están haciendo una guerra contra mí, de desgaste moral, para que deje todo esto, pero no voy a huir, no lo van a conseguir. Me ha quedado sin nada, sólo me queda Dios”.