Hace unos años una persona me dio la mano para saludarme. En ese preciso momento me dijo en voz muy baja: “Tú escribes en un medio de comunicación. Tú debes de saber un secreto que llevo guardando desde hace muchos, muchos años. Es una historia muy larga y para resumir la te voy a dar unos datos muy concisos. Tengo la facultad de cuando doy la mano a cualquier persona, de inmediato me vienen unas imágenes que pueden ser del pasado, presente o del futuro. También me da la facultad para saber cómo piensa la persona y si se puede confiar en ella. Contigo he visto claramente que te puedo enseñar una cosa dentro de unos días y que podremos averiguar a qué puede pertenecer. Te cuento.
Yo tendría unos 25 o 26 años, hace dos días, pongamos, le di la mano a una persona mayor y vi de inmediato dos libros, con caracteres árabes, se lo dije de sopetón a este hombre anciano y misterioso y se quedó ensimismado. Me miró un rato a los ojos y me dijo en voz baja: “¿Cómo empieza tu primer apellido?”. Yo se lo dije y después de escucharlo y quedarse con la boca abierta me dijo que le dijera el segundo apellido. Y después de dárselo me confirmó algo que vi con la acción antes indicada. Me dio un dato muy revelador los ojos de gato eran de su estirpe, no podía desconfiar de mi.
Tras esto me dijo que me iba a enseñar precisamente dos libros que estaban encuadernados muy lujosamente donde en los lomos había escrito algo en árabe. Me siguió hablando aclarándome que se los había dado su abuelo y confiados con unas aclaraciones muy grandes: “Se los darás a un joven de unos 25 años cuando seas muy viejo. Será uno de los nuestros”. Tú sabes el secreto de nuestros antepasados. Y por eso se lo darás a este joven y le tendrás que enseñar todo lo que tú has aprendido de mí. La verdad que a parte de darme los dos libros estuvo dándome un montón de ideas, conceptos y signos para saber interpretar los futuros mensajes que me vendrían. Yo por aquella época quise morirme de la que me había caído encima. Pero era una misión que me ha ocupado toda mi vida. Fue una investigación muy exhaustiva y concienzuda. Muchos días de lucha. Pero la verdad que valió la pena. Mande los dos libros a que me lo tradujeran. Como no me fiaba de nadie traje a un hombre viejo a mi casa, era de Marruecos y me lo recomendó un buen amigo musulmán y gracias a los buenos alimentos que le di y a la recompensa económica en menos de un año lo tuve traducido. Era el primer paso. Lo segundo era interpretar todo lo que decía dichos textos. Fue otra labor de hormiga. Muchas noches soñando con todo lo que leía. Y es que siempre era lo mismo. Pistas que conducían a otras pistas y así un año tras otro. Pero la recompensa fue buena, gracias al gran trabajo realizado. Debo de darle también las gracias a mis hijos y varios nietos, entre todos pudimos dar con la tecla o mejor dicho con el grifo. Y digo bien. Los dos libros que me cedieron me condujeron a una casa abandonada y que iban a derruir para hacer una urbanización nueva, tuvimos una vez más suerte ya que un par de días más hubiera desaparecido el principal eslabón del jeroglífico. Se encontraba dentro de un falso techo. Era una caja de madera vieja de color marrón oscuro con unas letras árabes. Que también tuve que traducir, está vez fue un chaval de Ceuta vecino mio de toda la vida y decia: “grifo de la esperanza”. Y lo mejor vino después de este descubrimiento
Era un grifo de oro, precioso, con el cierre de los antiguos con unas aspas que formaban una pequeña Cruz, era la pieza que tendría de llevarnos a una fuente para: “restablecer los cuerpos y las almas de los seres privilegiados”. Como anunciaba el libro. Para ello tuve de echar mano de unos conocidos que lo único que supieron que tenia que corresponder con alguna fuente o manantial. Fueron muchos años de búsqueda hasta dar con el lugar. Sólo se el sitio yo pero en el futuro tendrá el privilegio un elegido. Sólo te puedo decir que el que bebe de este grifo sale nuevo si tiene fe de ello. Tanto espiritualmente como de salud. Y esta comprobado en muchos casos.