La pesadilla del carguero ruso del Zapolyarye no termina. Hace más de un año, concretamente el 27 de julio de 2018, que este buque con bandera rusa llegaba a las aguas de Ceuta inmersos en un conflicto laboral con la empresa armadora Murmansk Shipping Company, propietaria de este barco y de otro más que también sufría problemas económico y que había sido abandonado en el puerto de Avilés.
Con su llegada a Ceuta, empezó un periplo en aguas de nuestra ciudad que duró cerca de dos meses, en los que Cruz Roja tuvo que asistirle hasta en tres ocasiones para prestarles ayuda humanitaria, financiada por la empresa gaditana Macpherson, solicitada a su vez por Capitanía Marítima, y que la entidad humanitaria se encargó de llevar hasta el barco.
La consignataria del barco en Ceuta también asistió en varias ocasiones al personal, sobre todo para el suministro de víveres, agua y gasoil para el funcionamiento del barco, sin embargo, la falta de liquidez económica para poder abastecerlo de fuel, hizo que este carguero, con su tripulación en el interior, permaneciese fondeado frente a las costas de Ceuta cerca de dos meses.
En ese tiempo, parte de la plantilla, a la cual se le había vencido el contrato, logró ser repatriada a Rusia, llegando un nuevo relevo de la tripulación. Tras muchas negociaciones entre la empresa armadora, las consignatarias, así como Capitanía Marítima y Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte en España (ITF), se logró remolcar el barco hasta el puerto de Motril, en Granada, donde por fin, los tripulante, pudieron pisar tierra después de meses en el mar.
Nueva etapa en Motril
Pero la llegada al puerto granadino, lejos de mejorar su situación, empeoró de manera exponencial. En febrero, el puerto de Motril abrió un expediente a la empresa armadora por el abandono del buque en la dársena motrileña. La Autoridad Portuaria explicó en su día que, tras comenzar con el expediente de abandono, que supone un trámite de entre tres y cuatro meses, el buque entraría en subasta y, del precio que se pague al final, se pagará las tasas portuarias, el salario de la tripulación, las deudas con proveedores y, el dinero restante, irá al Tesoro Público que decidirá, según los Presupuestos del Estado, qué hacer con ese montante.
Ya en ese momento, lo que más preocupaba a la Autoridad Portuaria era la tripulación de este barco que, en todos estos trámites administrativos, se quedaría en un “limbo” jurídico. Y así ha sido.
Según ha publicado Ideal, el combustible del barco se ha agotado en su totalidad, por lo que la tripulación lleva más de una semana sin gasoil en los motores auxiliares que utiliza el navío para iluminar los oscuros pasillos del este carguero de 180 metros de eslora. El apagón eléctrico les deja sin medios para cocinar; sin aire acondicionado para soportar las altas temperaturas en el armazón de acero y sin agua corriente.
Desde que se abriera el expediente por abandono, empresa Murmansk Shipping Company (MSCO), propietaria del Zapolyarye, ya le debe 600.000 euros en tasas al puerto de Motril.
Según narra este mismo diario, la armadora sufre desde mayo la consecuencia de la quiebra financiera que ha dejado a la tripulación en una situación cada vez más precaria. La tripulación rusa atracada en Motril ha tenido serias dificultades para recibir las dotaciones que le corresponden en combustible y comida.
Los afectados comunicaron a este periódico que imploraron al armador provisiones. La recepción de gasoil se hacía esperar y la asignación alimentaria de 8 dólares por tripulante cayó a 3 dólares en los últimos meses. A pesar de la inestabilidad económica, hasta ahora el pago no se había demorado tanto.
Sin luz no tienen forma de comunicarse con el armador a través del teléfono satélite. Tampoco pueden dejar su puesto, si lo abandonan, pierden el derecho a cobrar. Fuentes portuarias aseguran que la carencia en las provisiones es una maniobra para presionar a los hombres a marcharse.
Repatriación
También se ha podido saber que la tripulación ha enviado un escrito a Capitanía Marítima para solicitar una reducción de la plantilla y, de esta forma, entre siete u ocho tripulantes puedan regresar a su país. Si embargo, de acuerdo con la normativa de la Federación Rusa, por motivos de seguridad al menos 15 hombres deben permanecer en el navío.
Por su parte, la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF) afirma estar al corriente de la situación. “Hemos estado en contacto con la tripulación y con el armador, quien hasta ahora parece ser que pagaba y atendía mínimamente a la tripulación”, explicó Luz Baz, coordinadora de la federación en España.
En cuanto a la repatriación, este mismo sindicato recuerda que e les ofreció en septiembre del año pasado, cuando llegaron al puerto de Motril remolcados desde Ceuta, pero que fue la misma tripulación restante la que se negó. Ahora la situación es más delicada, ya que la póliza que les aseguraba la repatriación entonces, ha caducado.
Sin víveres y sin energía eléctrica, la situación del Zapolyarye se ha convertido en una pesadilla de la que parece difícil poder despertarse.