El pasado 27 de mayo, una vecina de Ceuta, a los mandos de un vehículo convertido en una auténtica obra de ingeniería para facilitar el pase de inmigrantes, destrozó la vida de una joven subsahariana de solo 25 años. La causante de esta criminal acción sigue escondida. Hasta el momento la UCRIF de la Policía Nacional ha detenido a dos personas presuntamente relacionadas con este pase de inmigrantes, pero queda por ponerle las esposas a la principal responsable, a la que puso en riesgo la vida de todos los inmigrantes que esa noche fueron hacinados en los dobles fondos de un vehículo que terminó estampando contra una vivienda de Arcos Quebrados.
Aquella noche fue el inicio de una auténtica pesadilla para esta mujer, natural de Guinea Conakry, que 56 días después sigue ingresada en el Hospital Universitario. Los médicos tuvieron que amputarle una de sus piernas. La otra está completamente inmovilizada, atrapada en una suerte de clavos para conseguir la recuperación de su movilidad. Tendida en una cama del HUCE no puede hacer ningún movimiento, ni valerse por sí misma. A las graves secuelas físicas se suman las psicológicas. No quiere hablar, se refugia en una habitación a la que acuden otras subsaharianas del CETI para hacerle compañía así como voluntarias e integrantes de oenegés de Ceuta que no la dejan sola en ningún momento.
Que haya sobrevivido fue un auténtico milagro, como lo es también que pueda seguir adelante en un camino que se le presenta harto complicado, con mucha rehabilitación por delante, con la necesidad de un progreso que cuesta demasiado.
Seguirá en el HUCE durante un tiempo, hasta que pueda saber qué es bajar de la cama, qué es aprender de nuevo a caminar, qué significa salir adelante con un panorama que no era el que esperaba. La Policía sabe que llegará un momento en el que conseguirán detener a la principal implicada en este pase. Cuanto más tarde será peor para ella puesto que la carga incriminatoria, ya de por sí importante, sumará su bloqueoy obstrucción a la justicia. Los demás compañeros de aquel fatídico pase han hecho su vida en el CETI y esperan el momento de marchar a la Península. En Ceuta, en plena Frontera Sur de Europa, se dibuja de forma sangrante cuánto de cruel es el negocio de la inmigración, de personas mercadeadas como esclavos.