Un nuevo decápodo marino invasor, la jaiba o cangrejo azul, ha aparecido en aguas de Punta Almina. Rafael Camacho, un pescador ceutí, encontró accidentalmente esta especie mientras pescaba y de inmediato dio aviso al CECAM, el Centro de Estudios y Conservación de Animales Marinos, que recupera a los tetrápodos marinos enfermos o heridos que llegan a nuestras costas. A su vez, los voluntarios de esta asociación comunicaron el descubrimiento al Museo del Mar, responsable de desarrollar los estudios de fondos marinos y de ecología litoral.
El animal pertenece a una especie invasora proveniente de la costa atlántica americana y que se conoce en el Mediterráneo desde 1949, donde llegó a través de la navegación marítima, expandiéndose ampliamente por la zona oriental donde incluso se vende regularmente en los mercados locales de pescado y marisco.
“Desde el Museo del Mar conocemos bien su presencia en las comunidades marinas libanesas gracias a los trabajos realizados en el Líbano para la creación de espacios marinos protegidos en colaboración con la Universidad de Alicante, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Líbano, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Centro de Actividad Regional para las zonas especialmente protegidas del Mar Mediterráneo”, explica el director del Museo del Mar, Óscar Ocaña.
De hecho, este conocimiento llega a tal punto que en 2010 publicaron un artículo colectivo con otros científicos del ámbito mediterráneo en el que se ofrecía información al respecto, tanto de esta como de otras muchas especies invasoras del mar Mediterráneo, que se publicó en la revista Mediterranean Marine Science.
Recientemente, también se ha presentado otro estudio ecológico de caracterización de las zonas marinas con interés para la conservación en el litoral libanés sobre este llamativo cangrejo azul.
Aunque la especie se ha extendido rápidamente, es escasa en el Mediterráneo central y occidental y su aparición en la zona de Alborán no parece indicar que su expansión pueda ser tan imparable como ocurre en otras áreas mediterráneas. “No esperamos que se produzca un gran aumento de la especie en nuestro litoral pero habrá que estar a atento a la evolución de este voraz cangrejo decápodo. Las labores de monitoreo y vigilancia litoral son fundamentales para obtener información de los cambios que se producen en nuestro ecosistema marino y para poder hacerles frente de cara al futuro”, concluye Ocaña.
Su capacidad de adaptación a todo tipo de ambientes (tanto a agua dulce como salada) y su prolífera reproducción ya que las hembras pueden llegar a desovar entre dos y seis millones de huevos por puesta pone en serio riesgo a otras especies autóctonas y algunas comunidades autónomas ya barajan la posibilidad de utilizar la pesca de este invasor con fines comerciales. Consideran que esta actuación es la única forma de frenar su expansión, ya que de momento se considera imposible su erradicación.
Prefiero esta invasión, estos por lo menos te dan de comoer, los otros te lo quitan.