Según recogieron los distintos medios informativos nacionales, el día 25 de mayo pasado, tras haber presentado la moción de censura, Pedro Sánchez declaró que pretendía formar “un gobierno transitorio” que convoque “elecciones cuanto antes, por supuesto”. Analicemos detenidamente la situación actual.
Un partido político que no tiene ni la cuarta parte de los Diputados en el Congreso y bastante peor proporción en el Senado y que, por añadidura, carece de la legitimidad de origen que emana de unas elecciones generales, se ha encontrado con que su Secretario General alcanzó el poder seis días después de haber declarado lo antes expuesto, gracias a los votos de extremistas e independentistas, quienes lo que deseaban era acabar como fuese con un gobierno que les estorbaba por su firmeza respecto a la unidad de España, por su política de contención del gasto exigida tanto por la crisis como por el desequilibrio entre ingresos y gastos del Estado que dejó Zapatero. y porque no era de izquierdas, que, por lo visto, es lo único “fetén”.
Aunque el partido que estaba en el gobierno era el más votado y el de mayor proporción en ambas Cámaras legislativas –la absoluta en el Senado- aquel voto de censura “express” puso las riendas de España en manos de Pedro Sánchez, quien lograba, al fin, ver cumplida su ambición de habitar en la Moncloa, algo que, años antes, le impidieron las personas más sensatas de su partido, hoy cautivas y desarmadas.. Han transcurrido ya más de dos meses y medio desde entonces – mañana hará 80 días, para ser exactos- y de lo que ya no cabe la menor duda es de que sin tener la legitimidad de origen que dan unas elecciones generales y saltándose a la torera aquel anuncio de convocar elecciones cuanto antes, el ya Presidente Sánchez descubre su verdadero juego, afirmando que proyecta terminar la legislatura.
Mientras tanto, goza de absoluta libertad para ir dándole a sus más fieles escuderos todos y cada uno de los puestos de libre designación dependientes directa o indirectamente del Gobierno de la nación, desde Ministros, Secretarios de Estado, Subsecretarios, Directores Generales, Presidentes de sociedades estatales, Delegados y Subdelegados del Gobierno.
Directores Provinciales, asesores, etcétera, cesando incluso a personas que estaban en puestos de responsabilidad gracias a su preparación y no a su color político.. A este paso, muy raro será que quede un solo cargo por ocupar.
Todos, prácticamente todos, para un partido que en las últimas elecciones generales obtuvo el peor resultado de su reciente historia, solamente ochenta y cuatro escaños en el Congreso.. No pretendo rebatir el hecho de que la llegada al poder de Pedro Sánchez se produjo con todos los requisitos previstos en la Constitución. Hubo una moción de censura y quien se postulaba como candidato obtuvo más votos que el gobierno anterior, Pero lo legal no es siempre lo ético, máxime cuando Sánchez no dijo la verdad al anunciar su propósito de convocar elecciones generales “cuanto antes”.
Las leyes pueden ir por un lado y la moral y la vergüenza por otro. No en balde existe una figura jurídica denominada “abuso del derecho”, definida por los tratadistas como aquella situación que se produce cuando el titular de un derecho actúa de forma que, aunque su conducta concuerde con la ley, su ejercicio resulta contrario a la buena fe, la moral, las costumbres o los fines sociales y económicos del Derecho.
No, no se puede desmontar toda una administración para colocar afines cuando se prometieron elecciones “cuanto antes”. A estas alturas, se mire como se mire, en España se está produciendo una ocupación abusiva de cargos por parte de una formación política que carece tanto de legitimidad moral como de origen para actuar de esa forma, tomando al asalto el Estado en su máxima expresión. No; no todo vale en política. Para hacer algo así hay que ganar limpiamente unas elecciones generales, obteniendo mayoría absoluta. Y, quizás, ni aún así.
Bueno, lo de desalojar al PP del gobierno de España no se debe a un desacuerdo en su política de contención del gasto, ni de lejos.
Se debe a que su inmensa mayoría son delincuentes organizados que, como demuestran las investigaciones en curso y las sentencias judiciales, deberían estar en prisión.