La Ciudad y la Universidad de Málaga trabajan desde hace meses con los niños de la calle. Los que etiquetamos como MENA, aunque no estaría de más que nunca nos olvidáramos de lo que son. Es difícil cuando se conocen determinados sucesos. Con ellos las generalizaciones son eternas, constituyen un vicio social. Si uno, diez o veinte roban, el titular, la conclusión o la reflexión que encontraremos será la de que todos los MENA son peligrosos y hay que actuar contra ellos. Son los ‘invisibles’ a los que unos pocos ayudan por los cauces no oficiales, con los que unos pocos se sientan a dialogar y a conocer sus historias. El resto tiende a elegir el camino fácil o el que todos quieren escuchar: la siempre injusta generalización de la que no podrán defenderse.
Lo escribía el otro día el activista Reduan MJ. Cada vez hay más menores que están enganchados al pegamento, que pululan por la zona con el trapo empapado de disolvente en la mano. Los vemos todos, están ahí protagonizando un grave problema social, un problema que se produce en nuestra ciudad y al que no podemos dar la espalda.
De la colaboración entre Ciudad y UMA se ha conseguido sacar a algunos niños de la calle porque han aceptado ingresar en ‘La Esperanza’. Otros se han fugado porque nunca más han sido vistos por el puerto, de ahí que hagamos uso de la conclusión más fácil pero nunca comprobada. La mayoría sigue a pie de puerto, entregado a un mundo de drogas que les lleva a arriesgar sus vidas ocultándose dentro de camiones, como sucedió el pasado fin de semana, o cayéndose de estos vehículos en plena marcha.
Se trabaja con este programa de prevención y se trabaja a diario desde el Área de Menores, pero la situación que se ve, que se sigue viendo, demuestra que la ambición en la apuesta por los recursos debe ser mayor.
Lamentarse por lo que hay, alentar grupos críticos en redes sociales, no sirve para poner soluciones a un problema grave cuyas consecuencias tienen múltiples víctimas. Lo peor es que ese ambiente del puerto, esa degradación que está haciendo mella en muchos menores va a más. Siendo bueno lo que se ha puesto en marcha, esa situación extrema nos lleva tantos pasos de adelanto que estamos siendo demasiado lentos en alcanzarlos. Y son niños, niños enganchados que no debieran estar en la situación que nadie puede decir que no ve. No sería una excusa, es una mentira.