No hay un solo pensionista que no crea que merece una pensión mayor, de ahí la facilidad de manipulación de este sector de la sociedad, y esta vez le ha tocado al PNV, ese partido que diariamente se sacrifica por la sociedad española a la que saca hasta las amígdalas con tal de conservar su ilegítimo concierto vasco, y seguramente para compensar la mala imagen del saqueo de los Presupuestos Generales del Estado para que el ínclito Presidente del Gobierno pueda echar unas cuantas cabezaditas más en la Moncloa, aunque la subida del 1,6% no ligada al IPC suponga una vez más no cumplir con Bruselas al no lograr el déficit concertado y no poder garantizar a los pensionistas el mantener el poder adquisitivo por la subida de la inflación, debido a la subida del petróleo (el IPC puede llegar al 2% en poco tiempo y aunque descienda posteriormente será superior al acordado 1,6 %) y con la subida prevista de los tipos de interés, lo que supondrá un encarecimiento en el pago de la deuda.
"La financiación de las pensiones y dado el sistema que tenemos en España, está limitado por factores como el número de personas con empleo"
Las pensiones, generalmente calculadas hasta la edad media de jubilación a los 65 años, con la ampliación de la esperanza de vida el soporte financiero de su cálculo se trastoca, así aunque para los varones se mantenga en los 80 y las hembras en los 85, la realidad es diferente ya que actualmente pueden rebasar ampliamente esas edades.
De ahí su dificultad, así el cálculo de lo cotizado, que es una cantidad determinada y fácilmente contrastable, suele ser bastante menor de lo que percibe el pensionista a lo largo de su vida pasiva, teniendo en cuenta que si el causante de la pensión fallece antes que su cónyuge a éste le corresponderá la pensión de viudedad, es decir, la pensión causada se alarga , aunque en cuantía diferente hasta el fallecimiento del último pensionista de la familia.
Por ello, las pensiones están financiadas por una parte por lo cotizado por el pensionista y por otra por el complemento necesario que puede provenir del fondo de reserva de la Seguridad Social o de los Presupuestos Generales del Estado.
La deuda continua aumentando a un ritmo excesivo, 1142 billones de euros hasta finales de noviembre pasado2
Lógicamente esa financiación y dado el sistema de reparto que tenemos en España, está limitada por otros factores como es el número de personas con empleo, la calidad del mismo ya que estas son las que están en parte financiando a los pensionistas actuales, y los trabajadores futuros, que tendrán que pagar también la deuda.
Las pensiones hasta ahora se veían incrementadas en, digamos entre 5 y 10 euros mensuales cada año, debido por una parte a existir un tope máximo y por otra la sostenibilidad del sistema, ahora gracias al PNV, que ha convencido enseguida a los pensionistas a ir a la calle, el gobierno , en contra de lo anteriormente anunciado por el Registrador, ha decidido dejar a un lado la reforma de las pensiones que se puso en marcha en 2013 mediante la cual el incremento de las pensiones se realizaba sobre la base de un Índice de Revalorización y se ha comprometido a no respetar la sostenibilidad financiera y subir las pensiones al 1,6 % aunque afortunadamente no se haya comprometido, por ahora, al aumento ligado a la subida del IPC, lo que supondría una barbaridad, aun cuando los porcentajes acordados sean similares en 2018 y 2019 ,y a incrementar el presupuesto en 4.800 millones de euros en esos dos años. Si se mantiene ese ritmo, la factura hasta 2023 se calcula en 35.000 millones de euros.
A la fuerza ahorcan. Para años posteriores ya se está pensando en un nuevo mecanismo de cálculo pero los partidos aún no se ponen de acuerdo, entre el IPC (los de izquierda) y evolución del PIB, inflación y salarios (centro y derecha) . Pero, ¿cómo se va a financiar esa alegría?. Porque ahora el principal problema es que no hay un verdadero plan de financiación de las pensiones.
No puede ser que meses antes el Registrador manifieste que no se pueden subir las pensiones , enviando un Programa de Estabilidad a Bruselas en el mes de Abril, y poco tiempo después cambie de parecer por el empujón nacionalista y de nuevo las cifras se trastoquen.
A la búsqueda de la financiación del regalo hay que incrementar la presión fiscal o redistribuir el gasto. Si de incrementar la presión fiscal se trata, el Gobierno quiere nuevos impuestos, entre ellos el impuesto para las empresas tecnológicas que facturen más de 750 millones de euros, acogiéndose a la directiva europea que desea gravar a esas empresas entre un 1,5% y un 5% , previsiblemente un 3%, los ingresos allí donde se generen, por lo que la Comisión Europea podría recaudar unos 5.000 millones de euros entre todos los socios comunitarios y a España le correspondería unos 600 millones de euros, cifra insuficiente para el pago de las pensiones, incluso aunque en el cálculo más optimista llegara a recaudar 1.000 millones, según el director de la AEAT, aun así no podría con las cifras comprometidas con los “nazionalistas”, por otra parte, el impuesto todavía no ha entrado en vigor, por lo que si entrase a mediados de año las cifras estimadas se reducirían proporcionalmente.
Este impuesto será deducible en el Impuesto sobre Sociedades con objeto de evitar la doble imposición. Sin embargo gravar los ingresos y no los beneficios no es justo ya que supone la imposición fiscal a las empresas independientemente de las pérdidas o ganancias que arroje su cuenta de resultados.
Por otra parte, las grandes empresas tecnológicas, persona jurídica para la que está pensado este impuesto, trasladaran el coste a quienes disfrutan de sus servicios, el consumidor, sin olvidar que el utilizar ese impuesto para pagar las pensiones, es decir el utilizarlo con carácter finalista, disloca la estructura impositiva de un país.
En estas condiciones es difícil reducir el déficit presupuestario y lograr el objetivo del déficit del 2,2% para salir del procedimiento del déficit excesivo, siendo España el único país con ese baldón. Si el aumento del precio del petróleo se consolida, producido en parte en parte por la ruptura del pacto nuclear con Irán por parte de Estados Unidos , teniendo en cuenta que España es un país netamente importador de energía, no será posible lograrlo en el 2019 .
La Comisión Europea ya lo estima en el 2,6 %. Sin embargo, la Comisión Europea solicita también medidas de reducción del gasto lo que el Ejecutivo del Registrador, hasta ahora no ha considerado o más bien despreciado, por lo que la subida de las pensiones irá con cargo al incremento del déficit que en 2018 podría llegar cercano al 3% del PIB y España se mantendría, al menos un año más ,y previsiblemente el siguiente, dentro del procedimiento del déficit excesivo, lo que redundaría en la falta de credibilidad de nuestro país.
Sea cual sea el modelo, elegido para el mantenimiento de las pensiones con los crecimientos y estabilidad establecidos, además de ser financiado por la vía fiscal, será necesario que sea financiado por deuda pública, estimándose el endeudamiento máximo en el año 2032 en 140.000 millones de euros, por lo que habrá que ponderar la carga entre los pensionistas y la ciudadanía para tener que sacrificar, en la medida de lo posible ,el poder adquisitivo de los pensionistas y aumentar la presión fiscal de los trabajadores activos para mantener la sostenibilidad del sistema .
Pero la deuda continua aumentando a un ritmo excesivo, 1142 billones de euros hasta finales de noviembre pasado, en la actualidad 1.390 billones de euros, lo que se traduce en la actualidad que la deuda emitida por las Administraciones públicas sigue aumentando al ritmo de 40 millones de euros al día. ¿Cuándo se va a controlar la deuda?. Hay que tener en cuenta que la Ley Orgánica Presupuestaria y de Sostenibilidad Financiera prevé que para el año 2020 la deuda se limite al 60% del PIB en vez del 100% actual.
La subida de las pensiones ha trastocado el sistema de acercamiento de los objetivos macroeconómicos a lo pactado con Bruselas con factores inesperados inquietantes, tanto de política interna como externa.
La política presupuestaria de mantener siempre el gasto en el límite de lo irrelevante , tiene como resultado el mantener nuestro país como único dentro del déficit excesivo, lo que redundará en una falta de credibilidad y garantía y un riesgo inherente por los factores externos de consecuencias nada positivas. Este triángulo de las dudas y las presiones formado por pensiones, déficit y deuda, es ahora un triángulo difícil de resolver, cuando parecía que se había encontrado su solución.