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Espido Freire visitó nuestra ciudad donde mantuvo varios encuentros con sus lectores, a ellos les abrió su lado más humano y estimuló a perseguir sus sueños
Espido Freire es diferente, lo refleja su característica personalidad, lo deja ver a través de sus activos perfiles en redes sociales y lo grita a los cuatro vientos, porque esa diferencia le distancia del resto, “y te hace especial”, comentaba. Tan sólo hay que escucharla, Espido Freire hace vibrar, Espido Freire engancha. Su dialéctica, la pasión en sus palabras que hacen que el público haga suya la historia que narra, es como una hipnosis que traslada automáticamente a su mundo. Esta vasca de orígenes gallegos hace magia al hablar y mucho más al escribir. Un encanto que ayer llenó el Salón de Actos del Instituto Camoens y, más tarde, la Sala de Usos Múltiples de la Biblioteca Pública.
Freire volvió a visitar Ceuta, fue su tercera vez en nuestra ciudad, de la que dijo le “encanta volver y seguir conociendo”. Porque, como comentó, siempre ha tenido esa inquietud de descubrir y como su trayectoria demuestra, nada ni nadie la ha frenado. La ganadora del Premio Planeta es una persona polifacética, curiosa, involucrada de lleno en el mundo educativo, en la evolución de esta área y sobre todo en “potenciar la creatividad”, dijo. Para ello colabora activamente en sistemas pedagógicos de países como Noruega y Estados Unidos, imparte conferencias por todo el mundo y organiza talleres de literatura.
El primero de los encuentros fue por la mañana con los alumnos de Bachillerato del Instituto Camoens. Una importante cita dado su trabajo en el mundo educativo y para “poder conectar con mis potenciales lectores”, dijo. Con ellos compartió los miedos, frustraciones o sueños que se despiertan a esa edad. Sensaciones que también vivió y que han hecho que hoy sea quien es. “A muchos os invadirá una pregunta clave a vuestra edad, una especie de crisis que yo también viví. ¿Qué quiero ser, a qué me quiero dedicar?”, comentaba Freire, “y decidí que no iba a seguir el camino que la gente esperaba de mí, de eso van mis libros”, declaraba. La escritora, por otra parte, confesaba que en realidad esos libros son “excusas” para hablar de otras cosas, “de lo humano, de lo que mueve a las personas”.
Y Freire abrió esa faceta suya, la humana , “la que no está en wikipedia” dijo, “la que no conoce nadie”, con la que hizo un recorrido de su vida junto con los estudiantes y profesores. Su efímera experiencia en el mundo de la música, su enfermedad, su incursión en el mundo de la literatura... Habló de acoso, de feminismo, de educación, de la discriminación social, la bondad y la maldad, pero sobre todo, de sueños. La escritora les alentó a perseguirlos, pero siempre desde la pasión por aquello que les mueve. “Si no hay pasión, no hay verdad, porque la felicidad no dura”, dijo.
Los alumnos intercambiaron impresiones con ella y leyeron algunos fragmentos de sus textos. Y a ellos, sobre todo a las chicas, les incitó a que nadie las parase porque “hay una tendencia muy injusta en esta sociedad a considerar que las mujeres somos imbéciles”, decía, “no está bien visto que una chica proteste o grite, es algo que la sociedad nos mete a pulso”.
Freire plantó la semilla de la diferencia, esa que la caracteriza, en el ‘Camoens’ y en Ceuta. Descubrimos que tras ese aspecto delicado se esconde una gran luchadora, imparable, cargada de proyectos, sueños e ilusiones. Una persona que combate sus defectos para ser mejor. Es una mujer de la que aprender y que, sin duda, Ceuta no tardará mucho en volver a recibir para seguir conociendo.