No quieren perder el sitio. De noche, en fila, de pie o sentadas en el suelo... así a diario, para cruzar a Ceuta y cargar los bultos. Tapadas con cartones, expuestas a todo tipo de agresiones, algunas incluso se colocan pañales para no tener que acudir al descampado porque eso supone perder la fila. Todas las noches, en la llamada frontera sur de Europa. Todas las noches en esa fila que comparte España y Marruecos, abandonada, olvidada, que sigue dando cobijo a este tipo de prácticas.
Entre las mujeres también aquellos que se aprovechan de los errores de la administración. Porque el sistema de tickets fue el gran error que ha permitido un negocio paralelo: los que llegan primero lo consiguen y después lo venden, a la vista de todos, entre los polígonos. Tras vender el ticket se marchan a casa posibilitando que quienes han dormido en Ceuta puedan disponer del documento para sacar la mercancía por ‘Tarajal II’.
Los deberes no se hicieron a tiempo, está bien que se reconozca... pero llega algo tarde
Es un auténtico descontrol, pero se sigue manteniendo y hoy genera la situación que tenemos: frentes abiertos por todos lados, una línea frágil en la que los excesos mandan y que llevará a que, el día en el que algo suceda, paguen los que están a pie de campo trabajando. No lo harán los que siguen de lejos, desde los despachos, el día a día. No. Nunca lo han hecho y ahora mucho menos, ahora cuando cada tarde se exponen a continuas tragedias evitarán hacerse responsables de estas consecuencias.
A falta de dos días para que cierre el tráfico de mercancías, la tensión está aumentando en un espacio fronterizo caótico que deja muchas víctimas en el camino. Los ciudadanos se ven atrapados en los colapsos, vecinos de las barriadas próximas o cualquiera de nosotros. ¿Cómo llegar a la farmacia de guardia de la Almadraba, por ejemplo? Sabe que la puede necesitar usted cualquier noche... entonces que Dios le pille confesado.
En el pleno ordinario de diciembre, el presidente de la Ciudad entonaba el mea culpa por la situación actual, por no haber presionado antes a Madrid, por no haber hecho los deberes a tiempo. Se agradece el reconocimiento pero no vale ante la explosión actual, una explosión que nos ha dejado como ciudadanos más abandonados que nunca, más expuestos la vacío, más apartados del modo de vivir del que disfrutan el resto de españoles y al que nos han arrojado sin remedio.