Ya saben que la alcaldesa Ada Colau ha intentado expulsar de forma expedita y maleducada a miembros del Ejército que con toda deferencia, cortesía y buena educación salieron a saludarla cuando pasaba escoltada por su comitiva consistorial por el estand del Salón de la Enseñanza de Barcelona, donde los militares han instalado un puesto informativo para dar a conocer a los jóvenes interesados la forma de vincularse al Ejército.
Y digo que les ha intentado expulsar, porque no de otra forma se puede calificar la increpación que les hizo espetándole, con el ceño fruncido (como si de ponerles firmes se tratara) que prefería que no estuviesen en el estand, para "separar espacios". Pero luego, cuando la regidora se ha percatado de que los medios se le han echado encima y desde entonces el estand se llena a diario, pretexta que no hacía otra cosa que recordarles "amablemente" un decreto anterior por el que a los militares casi se les declaraba personas 'non gratas', aun sin tener ella atribuciones competenciales para negarles el estand; con cuya reprobable actitud vino a decirles con grosería y ordinariez que cogieran el petate y se marcharan a hacer instrucción al cuartel.
Los militares están educados en los valores de respeto, disciplina, honor, honestidad, cortesía, educación, don de gentes y en saber ser y estar, como perfectos caballeros que son, máxime cuando se hallaban ante una señora que representa al segundo ayuntamiento más importante de España del que ella es depositaria de los valores sociales y culturales que en su ámbito tal institución representa. Y, claro, así los militares de ninguna forma podían esperar que a su gesto de delicada cortesía y deferencia con una dama de tal alcurnia, se les iba a responder con tan displicente desagrado, desprecio y mala educación, llegando a ridiculizarles ante fotógrafos y medios sociales cuando iba escoltada por un grupo de activistas antisistema de los suyos, que pancartas en alto exhibieron consignas como: "Las armas no educan, matan", que llevaban ya preparadas ex profeso; de manera que a los militares se les ve que, a pesar de haber sido formados en la capacidad de reacción y en saber crecerse ante las dificultades, aparecen ante ella atónitos y perplejos, aunque haciendo honor a su decoro, prudencia y dignidad, al limitarse a contestarle educadamente con un simple: "Pues muy bien" y retirarse, dando pruebas de templanza, contención y sensatez, sin ponerle mal gesto ni darle la réplica que su desplante merecía. Y quizá también sabiamente, para no entrar ellos en ese otro "espacio separado" en que ella misma se situó: el que ocupa la gente maleducada, porque el mayor desprecio, es no hacer aprecio.
Hice el servicio militar hace ya 58 años. Y en él me enseñaron los muchos valores y virtudes militares que por el estamento castrense se practican como norma de obligado cumplimiento, como la ineludible disciplina, que es el alma de los ejércitos; el respeto a la bandera y al himno nacional, el patriotismo a la nación, el amor a la patria, el espíritu de servicio, el compañerismo, la solidaridad, la honradez, la entrega, el sacrificio, el esfuerzo personal y colectivo, la cortesía, la buena educación y la moral que enseña a hacer el bien y evitar el mal; valores todos que hoy tan denostados están por los radicales antisistema del partido de la señora Ada Colau, pero que tanto necesitan ellos aprender. Entonces en el Ejército se enseñaba a leer y escribir a quienes habían tenido la mala suerte de ser analfabetos, que en aquellos tiempos desgraciadamente eran muchos; otros se podían sacar el carnet militar de conducir que luego canjeaban por el civil, o aprendían otros oficios. En mi caso concreto, que serví en Transmisiones del Arma de Ingenieros en Ceuta, pude aprender hasta seis especialidades técnicas en otros tantos cursos aprobados, que después algunas me sirvieron para encontrar mi primer trabajo como Radiotelegrafista, que realicé durante 11 años de los 51 que como funcionario he servido a la Administración Civil del Estado, donde fui aprobando hasta cuatro oposiciones. Es decir, entonces en el Ejército se preparaba ya a los jóvenes ayudándoles a hacerse "hombres de provecho", como antes se decía.
Mas los militares de la democracia han prestado excelentes servicios a España con su neutralidad y pleno acatamiento a la Constitución, pese a que la señora regidora municipal tanto le repugne que estén en el estand donde siguen para informar a jóvenes interesados en la milicia. Están orientando a muchos jóvenes bien preparados, pero sin empleo, para que puedan encontrar un puesto de trabajo en las Fuerzas Armadas, ya fuera como futuros oficiales, suboficiales o clases de tropa profesional. Y esos militares a los que tanto se les ha afeado su presencia en el estand, queriendo pasaportarlos a "espacios separados" a modo de confinamiento en zonas apartadas del pueblo, pese a haber salido del pueblo y ser también pueblo, han sido menospreciados y vejados por la señora alcaldesa como si fueran los parias de la sociedad, no fueran a mezclarse con los de su 'casta'. Con ello, la munícipe ha incurrido en una flagrante injusticia y en una supina ignorancia que debería reparar, habida cuenta de que se trata de dignos profesionales de honor, eficaces y muy cualificados, ya que accedieron a academias militares tras haber superado difíciles oposiciones. Y como a muchos de ellos tuve la suerte de impartirles clases de Derecho durante seis años que permanecí como profesor-tutor del Centro de la UNED de Ceuta, me consta que están bien preparados y muchos en posesión de títulos universitarios superiores, que en el currículum de la alcaldesa aparece que ella aún no posee, al igual que muchos de sus seguidores a los que ella misma ha colocado a dedo por el único mérito de presentar un carnet de su partido, aunque haya otros que sí sean titulados universitarios. O sea, que esos militares por ella desdeñados, no han accedido a su profesión ganándosela como activistas organizando protestas, escraches, algaradas, manifestaciones callejeras o tumultos contra desahucios y otros actos judiciales, sino que son militares porque han sido capaces de ganarse el puesto a pulso, en base a los principios de mérito y capacidad y teniendo que hacer muchos esfuerzos y sacrificios para conseguirlo, ya que alternan sus estudios con el trabajo.
Y también han estado en numerosas misiones humanitarias de paz por más de veinte países, repartiendo ropa y comida a los que pasan hambre, construyéndoles escuelas y hospitales, repartiendo juguetes a niños huérfanos, limpiándoles los campos de minas y explosivos que los matan y mutilan, y defendiéndoles de terroristas sin alma que en muchos casos los decapitan públicamente. Y, para poder esos militares defender a tanta gente indefensa y abandonada a su suerte, ellos se juegan a diario su propia vida, como ya la perdieron casi 200 de sus compañeros. Y lo hacen teniendo que ausentarse de sus hogares, alejados de su familia, sin poder acariciar a sus hijos pequeños, lejos de sus esposas y seres queridos. Y sé que lo hacen voluntariamente, incluso teniendo que guardar listas de espera porque todos quieren ir a servir a los demás. Y en territorio español, contribuyen a salvar personas y bienes en incendios, riadas, terremotos y otras catástrofes. Ojalá que la señora alcaldesa no tenga nunca que pedir su auxilio para Barcelona; porque recientemente, militares de las Fuerzas de Seguridad no tuvieron el menor reparo en jugarse también su propia vida para salvar a montañeros etarras a los que rescataron, a pesar de que su organización terrorista mató de un tiro por la espalda a cientos de sus compañeros. Y cuando se vieron salvados, dentro de sus negras conciencias como terroristas y quizá con sus manos manchadas de sangre, al menos ese día les brotó de sus pechos el grito de: ¡Viva la Guardia Civil!. ¿Cómo puede toda una señora alcaldesa de Barcelona hacerles tanto desprecio a esos dignos militares?
Y ello hay que decírselo a la susodicha señora alto y claro en estricta justicia, ya que ellos han tenido que callárselo por estar sometidos a fuero militar, habiendo tenido educadamente que retirarse ante la ordinariez de dicha dama , que tanta ignorancia tiene sobre el trabajo que realizan el Ejército y los militares; de cuyos valores, hace ya siglos, escritores-soldados tan insignes como Cervantes, Aldana, Calderón de la Barca y muchos otros, lo dejaron escrito empuñando, a la vez que el fusil, también la pluma, para plasmar en preciosos versos el valor, proezas, hazañas, sacrificios y heroicidades que los soldados derrochan por la patria y por el bien y la seguridad de los demás. Como ejemplo, para ilustrar a la iletrada alcaldesa, tan ayuna en la materia, me limito a reproducir sólo el breve poema que hace ya 400 años escribió Calderón de la Barca sobre la milicia: "...Aquí la más principal hazaña/ es obedecer/ y el modo como ha de ser/ es ni pedir ni rehusar/ Aquí, en fin, la cortesía/ el buen trato, la verdad/ la firmeza/ la lealtad/ el honor, la bizarría/ el crédito, la opinión/ la constancia, la paciencia/ la humildad y la obediencia/ fama, honor y vida son/ caudal de pobres soldados/ que en buena o mala fortuna/ la milicia no es más que una/ religión de hombres honrados".
No puedo comprender por qué la regidora condal, sus seguidores y otros partidos afines, pueden albergar en su seno tanto odio, resentimiento y rencor, no sólo contra las Fuerzas Armadas, como lo demuestra su frontal rechazo también en Barcelona a la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios, sino lo mismo contra todo lo que sean efigies monárquicas, símbolos de instituciones, o imágenes cristianas; sin que jamás les llegue a entrar en la cabeza que España es un Estado aconfesional, en el que todas las religiones tienen el mismo derecho a la libertad de culto; pero no es un Estado laico, como ellos a toda costa pretenden. Discriminar tan injustamente y practicar un sectarismo tan descarado contra esas instituciones, que tanto bien hacen a España, a la sociedad y a las personas más vulnerables y necesitadas, es para ellos como una obsesión enfermiza que les lleva a mostrar contra ellas total repugnancia, pese a ser luego tales instituciones las más valoradas por la sociedad española además de que pertenecen a las más acendradas tradiciones españolas, y también denota una descomunal incultura. En cambio, un ejemplo de lo que a la señora alcaldesa tanto le agrada, se tiene en la defensa a ultranza que recientemente hizo de la poetisa Dolors Miquel, pagada con dinero público de todos para animar el acto de entrega de premios de la ciudad, y que, pese a la indignación de numeroso público, se permitió recitar lo que sin ningún rubor llamó un "Padrenuestro sexual", una "Mare nostra blasfema" y un poema soez sobre los órganos genitales de la mujer, como si ésa sí fuera la más sublime cultura que a ella tanto le gusta que al pueblo se enseñe. De ese modo, es su radical sectarismo y su obsesiva exclusión los que de verdad perjudican la convivencia y la paz social. Hay que ser tolerantes y respetar la libertad y los derechos de los demás, para que también los demás respeten los nuestros.