En 1895, cuando los hermanos Lumière proyectaron públicamente la salida de obreros de una fábrica francesa en Lyon, la demolición de un muro, la llegada de un tren y un barco saliendo del puerto, hasta el día de hoy, el cine ha evolucionado de una manera increíble. El trabajo que se realiza en una película es monumental, desde el director, hasta el último extra, pasando por los técnicos de sonido.
Se invierte mucho dinero y tiempo para realizar una película, si no que se lo digan a David Sainz, un español, nacido en Canarias, que con cuarenta euros, una cámara, sus amigos y mucha ilusión pudo empezar una de la mejores webseries nacionales, Malviviendo. Pero no siempre se recauda el dinero que se estima, en comparación con lo que se invierte. ¿Pero de quién es la culpa? ¿La piratería? ¿O los precios desorbitados de los cines?
En Ceuta, en un día normal, una entrada de cine cuesta unos 6 euros y medio, y 5 euros el día del espectador. Esto hace que la mayoría de los ceutíes se piensen dos veces ir al cine para disfrutar de un buen filme. En Granada, una entrada el día del espectador sale a unos 2 euros, y se llenan las salas. Entonces, ¿es culpa de la piratería que la salas de cine estén desérticas? Yo creo que no. En Ceuta, el cine lo lleva una microempresa de cines española que debería plantearse reducir sus precios, porque así se notaría un incremento positivo en nuestro cine, sobre todo los fines de semana. Con esto, los cinéfilos optaríamos disfrutar de los estrenos en la gran pantalla, con nuestras palomitas en una cómoda butaca, antes que hacer una descarga ilegal.