Cabrón, pensaba iniciar esta carta llamándote hijo de puta, pero después lo pensé y la verdad es que las pobres prostitutas, que merecen todos mis respetos a diferencia de ti bastardo y cobarde sin entrañas, no tienen culpa de que por el mundo haya basuras como tu campando desgraciadamente a sus anchas. A estas alturas de la misiva os andaréis preguntando a quién me estoy dirigiendo.
Voy a aclararos la duda. En un diario local (23 de marzo de 2015) he leído el maltrato hasta la muerte dado a un cachorro de pastor alemán. Pues bien, al asesino culpable de ello es a quien me estoy refiriendo. Cabrón, ¿toda tu valentía, tus cojones lo demuestras maltratando hasta la muerte a un pobre animal indefenso? Escoria, me alegro de no haber topado contigo en esos momentos, porque posiblemente la imagen del periódico del cadáver del animal en la mesa del veterinario se hubiese trocado por la tuya en la del tanatorio. Si tienes huevos y eres tan hombre ven a maltratarme a mí, canalla, ya sabes como me llamo y además es fácil encontrarme porque soy muy conocido en Ceuta, donde llevo casi 40 años. Espero que tengas al menos la poca dignidad que debe quedarte de venir de cara; de todas formas conociendo tu cobardía, asqueroso degenerado, estaré preparado por si vienes a traición, que será lo más seguro. Cuando leo noticias como estas, no dejo de pensar en la famosa frase, creo que de Lord Byron: “Mientras mas conozco al hombre mas quiero a mi perro”. Hay un proverbio que reza que la vida de un animal vale mil veces más que la de la persona que lo maltrata. Todo animal siente la vida (tiene sentimientos en ella) y no de igual forma a otro; siente miedo, protección o seguridad, soledad, dolor, pérdida, etcétera. ¿Qué vale ahora tu vida, desgraciado asesino?