Este era el tercer año de implementación en el IES ‘Clara Campoamor’ del proyecto “Reciclar es de sabios”.
Una acción educativa llevada a cabo por el Departamento de Ciencias Naturales y sostenida en unos cimientos que, en si mismos, son indestructibles: la pasión y el conocimiento. Hemos conseguido sensibilizar a nuestros alumnos sobre la importancia de entornos limpios y reciclaje, han aprendido no sólo qué hay que hacer sino, por qué y con qué fin. Han investigado, han debatido, han colaborado, han enseñado a otros y han conseguido involucrarnos a todos.
Hemos visto a nuestra compañera Eugenia Rodríguez y a su equipo de colaboradores acarrear contenedores por el patio, con frío, con viento, con lluvia, pegar carteles, apilar cajas, recolocar, limpiar, ordenar, organizar puntos limpios en cada aula y zonas del centro. Nos han enseñado, nos han reñido y hasta nos han puesto de los nervios; “a ver, Eugenia, el yogur…. ¿Aquí? ¿Con tapa o sin tapa? , ¿Y el envoltorio del chicle? Mira, mejor me lo guardo en el bolsillo y así no me equivoco…. La semana pasada se nos comunicó oficialmente la finalización del servicio de recogida selectiva que la empresa Ecoceuta venía realizando en colaboración con la Consejería de Medio Ambiente y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Los contenedores fueron retirados en un camión y el proyecto de reciclaje del centro viajaba con ellos. Los alumnos preguntan, no entienden, no saben qué hacer, tampoco nosotros sabemos muy bien qué decirles. Lo que sí sabemos, porque somos docentes, es que no debemos, no podemos explicarles que por encima de un proyecto ilusionante están las decisiones políticas, que lo que aprendemos pende del hilo de una subvención o que la competencia social y ciudadana está sometida a recortes presupuestarios. Esto no es función de la escuela. Pero, ¿quién da respuestas ahora a estos jóvenes? No entramos a valorar los motivos políticos de esta decisión ni tampoco ponemos en duda que haya voluntad de solucionarlo, pero valga este sentido caso para reflexionar. Esto es lo que pasa cuando la educación es entendida como una cartera más en la gestión de un gobierno, cuando no se entiende como algo sagrado para el desarrollo de una ciudad o de un país. La educación debe impregnarlo todo, y todos debemos estar a su servicio si queremos aspirar al progreso y al éxito como sociedad. Esta es la verdadera dimensión política de la educación, que no es peligrosa, al contrario, es imprescindible y su ausencia es la causa de la desvirtualización de cualquier sistema educativo y el consecuente y peligroso deterioro de la sociedad. Tengamos cuidado y, por favor, devuelvan los contenedores a casa.