En toda esta vorágine de declaraciones tras cumplirse un año del 6-F hemos podido leer de todo. Sandeces, reflexiones acertadas, mentiras, mensajes oportunistas y versiones oficiales que solo pensarlas deberían causar vergüenza. Sobre todo si vienen de boca de un peso pesado del Gobierno.
No, no me refiero a Yolanda Bel. Ya su estelar intervención en el pasado pleno a colación de la propuesta presentada por Caballas ha pasado a los anales de cómo invertir minutos en no decir nada, salvo calentar los corazones de quienes se piensan que a la Guardia Civil se le defiende sacando la gaviota a pasear. Pues no. El colmo de la vergüenza fue la intervención de la número 2 del Gobierno, la niña más lista de la clase pepera, Soraya, quien atribuyó la responsabilidad de las muertes del Tarajal a las mafias. Punto y final. Se queda tan pancha quien y los demás buscamos espejos para calar el careto de gilipollas que se nos ha tenido que quedar. Bravo. La niña de Rajoy tiene la respuesta a uno de los asuntos judiciales de peso: el origen de las muertes está en las mafias fantasma que se saca de la manga el Ministerio de Interior para meter miedo a la población. Eso suele gustar en la clase política. El PP-PSOE lo ha hecho siempre la mar de bien. Tanto unos como otros han sabido explotar el mensaje del miedo como ninguno. El ‘que vienen, que vienen’ sirve para manipular a la población, para hacerle ver que llegará el día en que nos vendrán 20.000 a la fuerza y veremos entonces qué narices hacemos. Que las mafias están preparando un verano de asaltos, que tengamos ojo que esas organizaciones criminales son capaces de desestabilizar Ceuta y Melilla. El lenguaje del miedo, el lenguaje de la presión de un poder que no sabe aún elegir momentos en los que mejor es estar callado. Y con el 6-F parece que nadie sabe en qué punto parar. A todos les gusta salir delante de las cámaras, opinar alegremente y hasta saber la causa por la que murieron 15 personas. Fíjense. Aventuran el origen mientras, a la vez, se quejan de que la justicia no ha hecho nada porque ha pasado un año y no tenemos culpables entre rejas (para llorar). La culpa la tienen las mafias, querida Soraya. Y la culpa la tenemos los ciudadanos por permitir que hayamos llegado a un nivel de mando pensando que es el que tenemos que merecernos. Mafias. Buena historia de niña aplicada.