Los separatistas escoceses han perdido el referéndum que ha tenido en vilo a Gran Bretaña, España, Unión Europea (UE) y parte del mundo en cuanto a sus posibles efectos económicos. Y es que no entra en cabeza humana que siendo la UE una organización de 28 Estados que cada día se propone más la armonización, cohesión y plena integración en bien de todos, pues vengan ahora los separatistas trasnochados a desintegrar
lo que de Europa en más de 30 años se lleva construido. Eso lo ve hasta el más corto de vista y de raciocinio. Y es evidente que el fracaso escocés ha supuesto un duro golpe para los separatistas. Pero Mas sigue erre que erre, nada le arredra, nada le hace dar un paso atrás ni recapacitar con responsabilidad, sensatez y un mínimo de seriedad y sentido común para no seguir dividiendo y sembrando el odio entre los mismos catalanes. Se crece presentando como victorias sus más estrepitosas derrotas políticas. Y es que cuando a Mas la realidad de los hechos lo hace “menos”, él se cree “más”, quizá por aquello de que en matemáticas la regla del “menos” por “menos” es igual a “más” (en su caso, a Mas); como le ocurrió en las pasadas elecciones autonómicas que las convocó irresponsablemente buscando una mayoría absoluta que de 62 Diputados que tenía le dejó en sólo 50. Y se quedó tan pancho sin dimitir que hasta se puso todavía más “gallito” separatista. Y ahora va y dice que el referéndum escocés ha fortalecido su posición para que los suyos persistan en su afán de querer votar en referéndum, sin haberse enterado de la fulminante dimisión del escocés Alex Salmond por un mínimo de dignidad y vergüenza que él no tuvo. El mismo líder escocés dejó muy claro que el caso de Escocia es diferente al de Cataluña. Y es que lo que esconde Mas en sus encendidas proclamas separatistas son las funestas consecuencias que de la secesión de Cataluña se derivarían para los catalanes y las grandes diferencias entre Cataluña y Escocia. Veamos algunas.
Escocia fue una nación y Estado independiente y soberano hasta el año 1707 en que acordó unirse a Gran Bretaña. Y los separatistas catalanes, arrastrados por su ceguera secesionista, se jactan de ser una nación y un país que dicen perdió su independencia en 1714, y a veces hasta sueñan ilusos con haber sido un imperio, con una desvergonzada ignorancia supina de la Historia que luego inculcan a los catalanes de buena fe. Pero todo eso no es más que una mera ficción inserta en su enorme complejo de inferioridad al saber que otras regiones españolas en su día sí fueron reinos independientes, pese a que ahora nada reivindican ni protestan. Eso, y no otra cosa, es lo que les lleva a querer “ser” más, por aquello de que Cataluña nunca pasó de ser un simple condado. Jamás estuvo constituida ni en país, ni en nación, ni en Estado, y nunca tampoco fue independiente; por lo que la secesión nunca podrán plantearla como la restitución de un status anterior que alguna vez hubieran tenido. Por eso Escocia está legitimada para pedir la recuperación de su pasado histórico. Decir lo contrario, todo es una falacia, un engaño, un invento y una escandalosa lectura de la Historia al revés con la que tanto hacen el ridículo y se desacreditan a sí mismos.
En Gran Bretaña no existe una Constitución escrita, sino que se rige por normas jurídicas consuetudinarias, o sea, por la costumbre. Por ello, nada impide que allí se pueda celebrar un referéndum y, por tanto, podía llegarse al acuerdo de celebrarlo tal como lo hicieron el premier británico David Cameron y el líder escocés Alex Salmond. A sensu contrario, en Cataluña, el referéndum sobre la independencia es completamente inconstitucional e ilegal, habida cuenta de que la Constitución de 1978 (CE) dispone que: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles», que “la soberanía nacional reside en el pueblo español”. Y reserva la competencia exclusiva de celebrar referéndum al Estado. Por lo que el primer referéndum legal que habría de plantearse sería el de la reforma constitucional aprobada por todos los españoles y no sólo por el pueblo catalán.
Dice el Catedrático Revorio: «Se pueden proponer ideas contrarias a la CE si se propone reformarla, que tendría que ser, además, por un procedimiento agravado». Ello supondría disolver las Cortes y la intervención de dos legislaturas distintas y dos consultas al electorado. Y aun si el referéndum se aprobara, el mismo tendría carácter consultivo y no vinculante, de manera que el Gobierno no estaría obligado a asumirlo.
El grado de autonomía de que disponen una y otra región es muy distinto; pues así como Escocia ni siquiera reivindicó el referéndum para independizarse, sino que sólo pidió una mayor autonomía, que luego en un ataque de arrogancia Cameron elevó al “o todo o nada” pensando que los escoceses no se atreverían con el órdago, Cataluña, en cambio, tiene ya mayor autonomía que la concedida por ninguno otro país a sus regiones con autogobierno, siendo España de los países más descentralizadores del mundo, donde todas las Autonomías tienen un Parlamento que se puede permitir incluso aprobar leyes inconstitucionales como instrumento para independizarse, como la reciente Ley de consultas de Cataluña para forzar el referéndum, aunque luego pueda ser impugnada por el Estado. Ya quisiera Escocia tener para sí la amplia autonomía y descentralización de que gozan las Autonomías españolas, en muchos casos muy por encima de las que se conceden en un Estado federal. Y Cataluña es la Comunidad española a la que más competencias del Estado se han transferido. Pero eso no les vale. Lo que quieren es un Estado propio para luego tratar de dominar al resto de España, como dijo Unamuno: “El deber patriótico de los catalanes consiste en catalanizar España”, como se ve que hacen con el idioma y con todo, que también quieren imponer a Aragón, Valencia, Baleares, Murcia, etc, bajo su lema del “imperio de los países catalanes”.
Escocia es más bien una región pobre y discriminada respecto de Inglaterra, País de Gales, etc; mientras que Cataluña es la región más rica de España, cuya riqueza la ha recibido a base de las grandes inversiones del Estado en industrias, infraestructuras, vías férreas (todas las provincias tienen AVE), autovías, autopistas, puertos, aeropuertos, exposiciones universales, Universidades; dinero de bancos que estuvieron asentados en otras regiones y fueron luego trasladados a Cataluña, industrias enteras desmanteladas en otros puntos para acercarlas a Europa, mano de obra barata a base de varios millones de obreros de otras regiones que fueron los que más contribuyeron a su “milagro económico” en los años de la década de 1960 y siguientes y que ahora al que no se sume a la causa de su independencia quieren convertir en “extranjeros”, de peor derecho que los inmigrantes de fuera. Pero tan mal uso, abuso y despilfarro hicieron de tanta riqueza los gobiernos del tripartito y de CiU que, ahora, Cataluña tiene que ser rescatada por el resto de España, porque, si no, estaría ya en la bancarrota; ha sido la Comunidad a la que más dinero del Estado ha ido a parar, dinero público de todos los españoles y que para sí hubieran querido disponer otras regiones españolas mucho más pobres y comparativamente agraviadas. Y, encima, los separatistas catalanes van por todo el mundo pregonando su victimismo con el “España nos roba”, con tal de “sacar” más de las arcas públicas, culpando España y resto de españoles de todos los males de Cataluña.
El referéndum de Escocia fue previamente concertado con el Gobierno de Cameron, al no estar prohibido en su Constitución, con una propuesta pacífica que, aun teniendo como último fin la secesión, fue civilizada, razonable y no beligerante, en la que incluso se pedía menos de lo que se le concedió, como ya he referido; mientras que en Cataluña Mas ha traicionado la Constitución que juró y que fue votada por más del 90 % de los catalanes; ha retado y echado un pulso al Estado, provocándolo, un día amenazando con que si van a crear el ejército catalán y su marina de guerra, o que van a internacionalizar el problema pidiendo ayuda a Francia, Gran Bretaña o EEUU, o que los mossos de escuadra practican ejercicios para la defensa de Cataluña, amenazas también con la desobediencia civil, o que la voluntad de Cataluña está muy por encima de la Constitución, de las sentencias del Tribunal Constitucional, del Supremo, del TSJC. Y otro día Mas aterriza en la Moncloa con soberbia y arrogancia, a modo de: Estos son mis poderes, quiero referéndum e independencia, estas son las preguntas que yo impongo; quiero dialogar, pero o me aceptas todo, sí o sí, o la armo, voy por todo el mundo desacreditando a España con dinero de España (aunque tanto hiciera el ridículo sin que nadie lo recibiera), so pretexto de que no le deja votar para ejercer un “derecho de decisión” que camufla al que primeramente llamaron “derecho de autodeterminación”, pero que ninguno de los dos existen en el Derecho Internacional para las regiones ya integradas en un Estado. Y te dejo encima de la mesa el problema, ahora te toca a ti mover ficha y darme la solución, que si no es la independencia la sigo armando. Y otras muchas más diferencias, o barbaridades de Mas, imposible de resumir en un solo artículo.