Querida amiga: Hace más de treinta años que, junto con otra buena amiga, iniciamos un incierto e ilusionante sendero. Entre las dos me convencisteis de que deberíamos acometer un nuevo proyecto, que en la actualidad se hace tangible en el CEIP ‘Federico García Lorca’. Hoy y, me consta, no por tu gusto, lo has abandonado.
Déjame decirte que siempre fuiste el alma de ese proyecto. Siempre discreta, siempre leal, siempre inteligente, estuviste siempre presente en todas mis decisiones..., atemperando, aconsejando, modulando mis impulsos... y acertando siempre con las mejores sugerencias. Has sido y serás siempre parte esencial de ese nuestro modo de entender el colegio y del modelo de convivencia entre sus componentes que han hecho distinto y especial a nuestro colegio.
Aunque siempre te ha gustado jugar en segundo plano, has impregnado ese proyecto de toda tu personalidad y cualidades humanas. Persona sensible, cariñosa, afectiva, leal, entrañable... nadie a tu lado podía dejar de admirarte y quererte.
Todas esas cualidades y muchas más que has atesorado como persona, junto con tu cualificación profesional, han hecho de ti la compañera más completa con la que he trabajado. MAESTRA con mayúsculas.
Todos tus alumnos, mis hijos entre ellos, te quieren de una forma distinta, te recuerdan como alguien especial, eso es solo fruto del trato, cariño, dulzura y dedicación que han recibido de su MAESTRA. Aún recuerdo esos alumnos de extrema conflictividad que, estando a punto de ser expulsados y marginados del sistema educativo normalizado, acogías en tu clase y al poco tiempo dejaban de ser disruptivos y se les veía dóciles, atentos, integrados y encariñados con su maestra. Se había obrado el milagro. La receta sencilla: cariño, sensibilidad, dedicación y comprensión de la individualidad de cada uno de ellos. ¡Cuántos alumnos de esas características has sacado y evitado que siguieran un camino equivocado! Aún me parece verte llena de satisfacción y legítimo orgullo cuando, ya mayores, iban a visitarte y los veías como hombres y mujeres felices e integrados socialmente. ¡Que fácil parece la receta y que difícil aplicarla! Se requiere la sensibilidad, el altruismo y la empatía de la que siempre has hecho gala.
Hoy nos has hecho una faena, has abandonado, me consta que no por tu gusto, sin finalizar las singladuras que nos quedan. Seguiremos adelante, como sé que te hubiese gustado y nos hubieses exigido. No sería de justicia que un proyecto en el que tanto pusiste se viniera al traste. Seguiremos apostando por él como habrías pedido y querido, apoyándonos en nuestra convicción y tu memoria, pero déjame decirte que ya nada será igual, nos ha dejado el alma del colegio y la mejor amiga.