Es natural que nos guste la tranquilidad, especialmente cuando ya la proximidad del Verano nos invita a hacer planes de vacaciones; invitación que en no pocos casos es una exigencia. Pero este año ese comienzo ha tenido una variante singular ya que S.M. el Rey tuvo a bien dar noticia oficial de su abdicación, a primera hora del lunes 2 de Junio.
Yo tuve esa noticia porque mi hija Elvira vino a casa, cuando yo me disponía a escribir mi Artículo de los lunes, y ponía en marcha la TV para que me enterara de esa noticia y, de paso, comentarla conmigo. Yo no salía de mi asombro y no tenía comentario alguno que hacer porque inmediatamente mi mente empezó a recordad tiempos pasados. Es lo que nos ocurre a las personas mayores, con muchos años en su mente y en sus huesos.
Poco después le puse una comunicación a la Directora de "El Faro de Ceuta". periódico al que envío mis Artículos desde hace ya muchos años. diciéndole que la noticia del día me obligaba más a pensar que a aventurar opiniones y que por ello no escribiría ese día. Así lo hice y añadí el miércoles a atender la necesidad que sentía de oír los comentarios de personas bien documentadas y de reflexionar sobre todo ello. Hoy, viernes, tengo la impresión de que se está cerca de la saturación de opiniones y que la normalidad vuelve a ser la nota dominante, aunque con reservas que son naturales ya que todavía no ha finalizado el proceso formal a seguir para completar esa abdicación anunciada hace, tan sólo, unos pocos días
Parece que nuestra Historia reciente no es bien conocida y, sobre todo, meditada en profundidad. Quienes la han vivido, desde su juventud más temprana no dejan de sentir una sensación profunda de decepción. ¿No ha valido para nada tanto sufrimiento del pueblo español y tanta lucha por salir adelante desde las condiciones de dificultad más profundas? Han aparecido nuevos profetas con viejas y tristes banderas clamando por situaciones utópicas y tratando de llevar, tras sus banderas a quienes sufren graves carestías, nada fáciles de solventar de forma rápida y casi sin esfuerzo, como ellos parecen asegurar. Es hora, ésta de la abdicación. de ser consecuentes y seguir paso a paso cada una de las etapas, cortas, que ya están en marcha. Sabemos bien, por nuestra larga experiencia, que esos problemas que padecemos no se arreglan con facilidad y que hay gente que lo está pasando muy mal, pero desgraciadamente no hay soluciones fáciles por mucho que haya quienes las prediquen. Sólo con el esfuerzo constante y bien orientado hacia el bienestar de quienes más lo necesitan se podrá alcanzar una situación digna de los países de primera fila europeos. No se deja de tener en cuenta, en esa especie de examen de conciencia, que no son pocas las cosas que han de cambiar o adaptarse a un sistema de vida que los tiempos actuales van exigiendo, pero esa adaptación no se estima que deba tener características de violencia sino de sensatez y de avance pausado, pero firme.