No se esperaba menos. Ayer, el presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Juan Carlos Aznar, ofreció el discurso que quería escucharse con motivo del acto de firma de la Nómina de Salida. Habló con el tono crítico que se espera de quien es cabeza visible de las hermandades y cofradías locales. En una situación como la que estamos viviendo, Aznar habló del ejemplo que se debe dar por parte de todos los integrantes del Consejo, de esos valores que deben estar siempre presentes. “Algo no va bien en nuestra familia”, dijo. Lo hizo después de confirmarse que este año Los Remedios no procesionará, en un hecho tristemente histórico que ha provocado un enorme malestar en la calle, no sólo entre los cofrades, entre los que puedan estar directamente vinculados, sino entre el resto de ciudadanos que esperaba, cada Viernes, esa salida procesional por la que muchos dieron su vida (cómo estaría de enfadado Quino Curado).
Aznar apeló a que en este año se tenga aliento para dar testimonio de una fe verdadera y limpia. Eso es costoso, aparentar esa fe es lo fácil, acoplarla a la vida de cada cual según la conveniencia o para mostrar una apariencia de algo está a la orden del día... pero la fe, la auténtica, la única que vale, hay que sentirla, hay que vivirla.
Vivimos tiempos difíciles en los que, como decía el teólogo De la Hera, nos estamos animalizando, convirtiendo en lo que no somos, vendiéndonos a un materialismo, a una corrupción que invade no sólo el plano político sino también el particular de cada uno. Que este sistema se asiente como patrón de vida y que se lo traslademos como ejemplo a nuestros hijos es una auténtica aberración.
Aznar habló ayer de valores. Habló y se le aplaudió, gesto que indica que se ha entendido lo que quería decir, que se ha asimilado su mensaje. Ojalá sea así, porque los hechos que esta sociedad nos escupe día a día nos demuestran un camino a la deriva, una tensión que invade todos los ámbitos.