Nuevo robo de ordenadores. Esta vez en el Santa Amelia (en donde hace unos meses volvieron a llevarse además de estos aparatos, libros de texto). Nuevo robo en las aulas aprovechando un fin de semana. Y ya hemos perdido la cuenta de los colegios o institutos que han sido desvalijados, siempre de la misma forma, aprovechando la falta de vigilancia.
Miren que cualquier robo es criticable, miren que todos nos causan repulsa... pero, estarán conmigo, este tipo de actuaciones genera aún mayor rechazo puesto que los autores están haciendo un daño sin igual a la educación de nuestros hijos, que son las auténticas víctimas de lo que parece que ya se ha convertido en una costumbre. Los ordenadores del Clara Campoamor, los de centros del Príncipe, los del Santa Amelia, los del Abyla... ya he perdido la cuenta del volumen de aulas informáticas que se han quedado sin el material necesario para que sus alumnos puedan dar sus clases.
Está claro que algo está fallando en los sistemas de vigilancia que deberían existir en la red educativa. Este fue uno de los asuntos trasladados a la dirección provincial en su día. Tras aquella reunión hubo un casino internetowe planteamiento, un compromiso de acción, pero vemos que los resultados siguen siendo inexistentes. Las medidas preventivas anunciadas de nada valen.
Creo que, con lo que ha llovido, ya es hora de que se adopten medidas urgentes para evitar el daño que se está ocasionando a la educación. Cuando nos enteramos de este tipo de sucesos todos pensamos lo mismo: ¿cómo han podido llevarse tantos ordenadores sin ser vistos?, ¿cómo han podido entrar en un centro escolar, cometer con tranquilidad el robo, salir cargados... sin que nadie les haya visto?, ¿están garantizadas las aulas si tenemos en cuenta la hilera de actos delictivos que se han desencadenado? Me parece que en las respuestas vamos a estar casi todos de acuerdo, ¿verdad?
Hemos cruzado la línea roja, ya es hora de que se produzca un replanteamiento adecuado y racional en torno a la seguridad de los centros. Es lo mínimo que deberíamos garantizar. Por vergüenza.