El inminente Tour de Francia 2012 tiene peor pinta cada día que transcurre, para pesar de los seguidores del ciclismo en todo el mundo. A la trágica baja de Alberto Contador se ha sumado en los últimos días la de Andy Schleck, dos de los pocos ciclistas que pueden generar espectáculo prolongadamente en una gran vuelta de estas magnitudes. Sin ellos, la exhibición va a depender de acciones esporádicas dependientes de los “sprinters” liderados por Mark Cavendish, de escaladores como Joaquim Rodríguez o su verdugo en el Giro, Ryder Hesjedal, así como de contrarrelojistas de calidad tales como el propio Hesjedal o Cadel Evans, si es que el esfuerzo del Giro de Italia permite a Rodríguez y Hesjedal participar en el Tour y hacer un buen papel. Asimismo, tal vez puedan sorprender la participación de recientes explosiones, como la de Thomas de Gent, o vivirlas en primera persona, como en cada edición suele ocurrir. Y por supuesto los veteranos, que suelen rallar alto durante sus etapas predilectas.
No obstante, el colosal favoritismo de Cadel Evans para conseguir su segundo título consecutivo en “le Grande Boucle”, y la inexistencia de rivales de entidad van a arrebatar cualquier emoción por la victoria de un Tour herido gravemente. No porque Evans no pueda sucumbir ante la mala suerte, como suele, y/o aparezca algún rival en pleno esplendor físico que tome parte de la lid, sino porque la tensión que imprimen las grandes figuras de este deporte como Contador o Schleck, no pueden ser sustituidas por ningún otro corredor de la actualidad. Más aún cuando estamos ante un Tour (veinte etapas) que de sus aproximados 3.500 kilómetros totales, alrededor de 1.654 km son etapas de montaña (780 de media montaña en cuatro etapas, y 874 de alta montaña en cinco etapas), donde mejor se desenvuelven ofensivamente tanto Alberto como Andy, no existiendo actualmente escaladores que puedan rendir a un altísimo nivel en todas las etapas, algo que sí pueden tanto el español como el belga. En este sentido no se puede esperar grande cosa de Evans. Por su estilo defensivo, Evans estará más centrado en ser arrastrado por su espléndido equipo que en dar de comer a los ávidos espectadores del Tour, aprovechando los 95 km totales de contrarreloj (dos etapas) para abrir brecha respecto a sus más inmediatos perseguidores. Todo lo demás, fogonazos de talento que no parecen que vayan a tener excesiva continuidad.
La organización del Tour de Francia ha cavado su propia tumba en esta edición. Si en los años precedentes no se abusó de la montaña, en mi opinión para que Contador no continuara ganando con soltura y evitar la monotonía, en esta edición sí han dado una prioridad destacable a la montaña, en un movimiento que parecía estar dedicado a un triunfo en pista de Andy Schleck. Sin embargo, justicia divina o quisquillosas coincidencias, Andy Schleck no estará, a lo que se une el renacimiento de la duda sobre la máxima estrella de la historia del Tour, Lance Armstrong, esta vez azuzada por la Agencia Antidopaje de los Estados Unidos.
Las circunstancias han ido enfilando el Tour por un camino absolutamente lamentable para tratarse de la vuelta ciclista más relevante de la historia. Solo las sorpresas del deporte, impredecibles, pueden enmendar la labor de unos organizadores más preocupados en condicionar los resultados en favor de sus gustos que en hacer evolucionar el Tour.