Anda la Ciudad liada en esa batalla de las obras ilegales. Una batalla que ha surgido porque previamente ha existido una permisividad absoluta que encuentra responsabilidades en las distintas administraciones que han tenido mando en plaza. El reportaje publicado ayer por Paloma López refleja lo que hay: si nos ponemos a ‘tirar’ de excavadora nos topamos con barriadas enteras que son ilegales. En el Príncipe, por ejemplo, sólo son tres las familias que pueden mostrar sus escrituras. Durante años se ha permitido obra tras obra en toda la ciudad sin que nadie reparara en el caos urbanístico provocado hasta que al final se han desdibujado barrios tradicionales como el del Recinto. ¿Alguien es capaz de adentrarse en Pasaje Recreo y no perderse...? Ante esta situación las instituciones han mirado hacia otro lado para, ahora, llevarse las manos a la cabeza porque este caos urbanístico ha empezado a ocasionar problemas. Lo curioso es que esos problemas intentan solucionarse a golpe de titular: “Vamos a derribar cuatro casas y varios áticos”, nos cuentan. Pretenden así quedar bien con todos: actuamos en las barriadas pero también en las actuaciones ilegales de ‘los señoritos’ para acallar así las voces críticas de siempre. La Ciudad sabe perfectamente que lo que está haciendo es pura pantomima. Por mucho que mande a los periodistas a seguir a la Policía Local a ver cómo se supone que trabaja en este ámbito, sabe que está montando un espectáculo para conseguir que con cuatro portadas maquilladas pensemos que el orden se ha colado por nuestra ventana. Si miramos hacia atrás todas las administraciones gobernadas por PP o PSOE han sido tan permisivos que han terminado por contribuir a esta triste realidad. ¿Cómo devolvemos la legalidad a nuestras calles, derribando barriadas enteras?, ¿si ordenamos demoler áticos y casas construidas de forma ilegal... haremos lo mismo con construcciones tipo el minarete de la calle Sevilla tantísimas veces denunciado? Sería impensable para las mentes pueriles y provincianas de una clase política que no quiere problemas y que sólo actúa de cara a la galería, no buscando la efectividad que debiera.