En la actualidad la conocida mutilación genital femenina o ablación es una realidad que afecta a más de 135 millones de mujeres en todo el mundo, circuncisión femenina que se da en la mayoría de los países sudafricanos. Esta práctica tradicional está presente y se extiende en un importante grupo de países, en su gran mayoría de África y a la que son sometidas en torno a 2 millones de niñas y adolescentes cada año.
Las graves consecuencias de tal práctica, que pesan sobre la salud a lo largo de toda la vida de las afectadas, así como confusas, erróneas y nocivas informaciones relativas al origen o fuente de dicha acción, han despertado en mí como mujer una gran sensibilidad, considerando tales actos como un grave atentado a la integridad de las mujeres que lo sufren, siendo necesario aclarar tanto su motivación como su origen.
En este sentido, considero conveniente eliminar la discriminación fundamentada en las creencias religiosas o ideológicas, este hecho, ha sido considerado en más de una ocasión como una práctica religiosa islámica, cuando su origen se sitúa antes de la aparición de religiones monoteístas. Por lo tanto esta práctica no se puede asociar ni con el Judaísmo ni con el Cristianismo, ni con el Islam.
En relación con el Islam, últimamente injusta e infundadamente atacado al respecto, hay que decir que la mutilación genital femenina va en contra de varios preceptos islámicos tales como los versículos del Corán sobre la creación, según los cuales “Al-lah ha creado un hombre dotándolo de la mejor complexión” (Sura de las higueras, versículo 4), o “Al-lah ha hecho bien todo lo que ha creado”. (Sura 32 versículo 7). Debiéndose destacar igualmente el importante estudio realizado por la prestigiosa Universidad de Al-Azhar (El Cairo, Egipto) denominado “ La circuncisión femenina y la religión”, en el cual y de forma taxativa se declara que es una práctica dañina que no tiene ninguna fundamentación y justificación islámica.
En otros casos, se aluden razones de estética o de belleza, como que los genitales femeninos son feos y hay que cortarlos, o que son una parte masculina en el cuerpo de la mujer y por ello deben ser cortados, para así reintegrar a la mujer a su plena feminidad. Frecuente es también la alusión a la ablación como un acto de purificación, que hace más digna a la mujer que se somete a él y sobre el que reside su honorabilidad o respetabilidad y la de su familia. En algunos grupos se trata de justificar como un precepto religioso del Islam, sin embargo, el hecho de que no se practique por la inmensa mayoría de fieles de esa religión, y que se practique también en comunidades no musulmanas, como los cristianos coptos de Egipto, Etiopía o Sudán, o la comunidad judía Falasha de Etiopía aboga por su caracterización como una práctica ancestral de origen africano desvinculada de un origen religioso.
Esta clase de prácticas deben recibir un tratamiento penal debido a las consecuencias lesivas que conllevan. En mi opinión, esta tradición atenta contra el derecho a la integridad de la mujer y como tal se tendrá que perseguir, prevenir y castigar. Por ello, la mutilación genital femenina nunca puede considerarse como una práctica justificada y por tanto lícita amparada en ninguna causa de justificación que canalice de esa manera la diferencia cultural.