Día grande hoy para todo aquello que tiene que ver con la seguridad, con la anunciada visita del ministro de Interior. Una de las áreas más sensibles y que más afecta al ciudadano, cuya única forma de protesta cuando ésta no funciona es la crítica. Curiosamente la que más molesta al jefe político y policial porque queda en evidencia su labor. Y aquí saquen ustedes las lecturas que estimen convenientes: pueden hacerlo en soledad o con sus amigotes de copas, pueden admitir las críticas para mejorar o negarlas para seguir viviendo en el cortijo particular que se crea cada uno.
Los ciudadanos protestan cuando, como les decía, ven que el sistema no funciona. Cuando los tirones aumentan o lo hace el deporte por excelencia en Ceuta: la quema de coches. Protestan y critican para que quienes mandan no se oculten en juegos estadísticos o en inseguridades subjetivas, porque el ciudadano se cansa y termina cuestionando a la institución a la que debe respetar. Las críticas al sistema policial, sea cual sea, son provocadas por sus propios mandos al no responder como deben a la querencia ciudadana. Como les decía antes, uno ante esto puede admitir el error para mejorar o buscar a sus amigotes para que le alegren la vida buscando a los culpables de lo que ahora da por llamarse ‘daño institucional a la imagen de la Policía’. Es una forma políticamente correcta de ocultar la ineficacia. El buen jefe pasa desapercibido, manda un equipo y evita críticas con resultados. Los fracasos se disfrazan con mensajes trasnochados, localización de culpables y búsqueda de corrillos para que aplaudan la gestión de uno porque sí. No les pidan más explicaciones que no las encontrarán.
Hoy, día grande en materia de Interior, nos plantan una agenda marcada por los cambios: nombramiento de nuevo jefe superior con discurso de compromiso incluido y visita ministerial que dará pie a cuantiosos compromisos verbales sustentados en la voluntad ante la falta de dinero. De la agenda protocolaria del día, de las promesas y compromisos que se pongan encima de la mesa saldrán sólo palabras. Tampoco se espera algo más en actos de este tipo. Después la cosa cambia, porque el ciudadano espera que esta vez sí, que esta vez ese anuncio de comisaría sea real o que la fijación de una forma distinta de trabajar policialmente se ajuste a una Ceuta siempre problemática en la que la mafia y la corrupción se juntan con demasiada asiduidad. Cambios a partir de hoy, y también algo de dignidad. Que hace falta.