El ataque de cojones que tuvo el Gobierno para negar la manifestación de guardias civiles que tendrá lugar mañana ha obtenido su respuesta, después de que la justicia le haya dado la razón a los agentes defendiendo un derecho sindical. El Gobierno ha vuelto a meter la pata mostrando que a pesar de publicitar sus aires socialistas-progresistas sigue padeciendo el control de los generales que reviven las épocas franquistas en las que los agentes tenían que ser efectivos en materia de seguridad y también en la casa cuartel, ejerciendo de ‘chapuzas’ para el mandamás. Así que no tuvo otra que salir por peteneras y negar la concentración cuando la misma sólo pretendía mejoras salariales.
¿Han conocido algún gobierno de izquierdas que no vaya en contra de una mejora profesional de quienes en definitiva son sus funcionarios? Pues aquí lo tienen. Encarga a sus delegados, en este caso el de Madrid, que deniegue una protesta argumentando que se manifiesta como agentes. Amenazan a los guardias, rastrean sus cuentas y encima promueven nuevos expedientes, como si no tuvieran bastante con lo que llovió en su día. Todo ello en un alarde más de la crisis, a todos los niveles, que está sufriendo el Gobierno. Carece de líderes con carisma, no sabe afrontar la economía maltrecha que se encargó de negar y sufre paranoias amenazando con expedientar a los guardias. Ahora tiene que callarse y asumir lo dictado por un tribunal. Y a estas alturas de la película a una le da por pensar por qué el Gobierno no hace uso de la misma contundencia que emplea con sus funcionarios en la confrontación que arrastra con Marruecos. En este caso sí existe una unidad a la hora de cuestionar viajes de líderes políticos españoles a ciudades españolas. En este cajón de sastre de gobierno ZP puede entrar de todo, hasta la irracionalidad de querer forzar medidas fascistas contra quienes defienden la libertad.