Vaya por delante que nuestra asociación fue la que principalmente ha promovido e impulsado con sus denuncias públicas y sus numerosos escritos la construcción de una estación que depure las aguas residuales en Ceuta, es decir, una EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) Una vez que se ponga en funcionamiento, esta infraestructura habrá contribuido al cumplimiento de las leyes ambientales y de la directiva de aguas de la UE. El aspecto más interesante es que se habrá minimizado un grave problema que aqueja a nuestro litoral: las salidas de aguas fecales sin tratamiento de depuración. Sin embargo, nos preguntamos si realmente el arreglo de un problema crónico abrirá otros relacionados con una ejecución de obras poco adecuada. La certeza legal de que la infraestructura no cumple con la distancia de seguridad mínima con respecto a la urbanización más cercana, una oferta rozando la baja temeraria, particiones presupuestarias algo extravagantes, el escaso cuidado por la cuestiones ambientales aledañas y la incertidumbre sobre los fétidos olores que provocará el secado de los lodos son aspectos que nos deben hacer reflexionar sobre la obra en su conjunto.
España como país atrasado y retrasado en las cuestiones ambientales en comparación con otros países de la UE no se preocupa por la construcción de este tipo de tratamientos, de ahí que se lleve el retraso en el cumplimiento de la directiva de aguas europea. Es decir, hay poca convicción y por tanto casi ningún cariño en acometer esta obrita con el consiguiente dispendio para las arcas político-burocráticas. Atraso y poca convicción es igual a “regañadientes” y esto a su vez se iguala a “lo ejecuto de cualquier forma”. A todo esto, hay que añadir que la obra no ha estado exenta de problemas desde incluso antes de su comienzo pues se produjo una fuerte oposición por parte de los vecinos de la urbanización cercana, algunos han vendido sus viviendas y se han mudado en previsión de males ulteriores relacionados sobre todo con los fétidos olores.
El primer error es quizá adjudicar una obra de estas características a empresas que estaban ofertando muy a la baja. Otros errores ha sido haberles permitido que tuvieran escasa atención al medioambiente como se muestra en el exagerado desmonte unido a la escasa estabilización de los taludes, también en el recorte presupuestario destinado a mimetizar el digestor de residuos. Tampoco han tenido mucho interés por atender la legislación en materia de especies y hábitats.
Redundando en el aspecto económico, esta obra supone una inversión importante de dinero público, procedente en su mayor parte de fondos europeos. La actuación salió a licitación con un precio inicial de 20,8 millones de euros, y fue adjudicada a una UTE de empresas por 16,6 millones. La significativa reducción entre el precio de licitación y el de adjudicación, que se eleva a más de 4 millones de euros, constituye un dato relevante al aproximarse al concepto legal de baja temeraria. A este respecto conviene informar a nuestros lectores que la cantidad de dinero que se ha dedicado a la construcción de la EDAR se ha ido incrementado con el paso de tiempo. En primer lugar, en el año 2008, con una partida complementaria de 847.250 ? y más recientemente, en el pasado año, con 5,5 millones, destinados a la construcción de la nueva estación de bombeo de San Amaro y la instalación de una tubería de retorno para conducir parte de las aguas ya tratadas hacia el centro de la ciudad con el fin de ser reutilizadas en labores de jardinería y otras actividades similares. La duda que nos despierta esta última modificación del proyecto, acompañado de una sustanciosa partida económica, estriba en que la obra de construcción de la nueva estación de bombeo de San Amaro ya estaba incluida en el proyecto original que, como dijimos anteriormente, fue adjudicado por 16,6 millones de euros y no sabemos si estos 5,5 millones suplementarios se suman a la partida inicial para esta intervención o si se estaremos pagando dos veces por la dotación de la nueva estación de bombeo. Pensamos que este asunto debería ser aclarado cuanto antes por las entidades promotoras del proyecto de la EDAR de Ceuta, y que mejor manera de hacerlo que a través de una auditoría, antes de que las autoridades europeas puedan llegar a plantearse preguntas similares a las que acabamos de hacernos nosotros.
Una mirada retrospectiva nos permite ahora intuir que el mayor error de todos ha sido permitir que mentalidades españolas y no más propias de países mucho más desarrollados en términos ambientales se encargasen de diseñar esta planta en vez de una de última generación pulcra y sin olores, adecuada a nuestro pequeño territorio. Este sería el producto adecuado para una ciudad con el territorio del ceutí dónde el viento puede hacer llegar un determinado impacto atmosférico de un lugar a otro de la ciudad en un abrir y cerrar de ojos.
Lo que podemos asegurarles es que nuestra EDAR no será desde luego de última generación como la de Alexandria en Estados Unidos, sino que estará a mucha distancia de las más modernas. Como nos indica Rose George en su ensayo sobre el problema del saneamiento en el mundo, el olor es el mayor quebradero de cabeza para los que trabajan en una depuradora y la causa de la mayoría de las reclamaciones. La EDAR de Ceuta olerá mal y su olor se extenderá a varias zonas de la ciudad. El olor puede causar muchos trastornos físicos y no hay que tomárselo a broma, es un problema de salud pública por esto el reglamento de actividades nocivas e insalubres establece una distancia mínima a núcleo urbano. Esta misma autora señala que el fango que tenemos que secar en nuestra EDAR será una mezcla semisólida y viscosa de bacterias y materia orgánica cargada de virus, metales tóxicos, sustancias químicas orgánicas sintéticas y sedimentos sólidos, extraídas de aguas residuales domésticas e industriales en una estación depuradora. De todos modos nadie conoce a ciencia cierta lo que hay en el fango de una depuradora que mezcla residuos domésticos e industriales.
Después de todo lo expuesto, no dejamos de preguntarnos porqué los responsables políticos no han deseado entender que la única posibilidad inteligente era la construcción de una EDAR sin olores.
En resumen, desde nuestro punto de vista hemos percibido una escasa voluntad en invertir sobre los aspectos que protegen el medioambiente de una obra como esta y que hemos comentado anteriormente. Incluso una desafortunada operación de eliminación de residuos motivó que la UTE tuviera que pagar una multa por incumplimiento de legislación ambiental, en esto se resume el interés ambiental de la UTE. El asunto de los olores no está resuelto adecuadamente y este unido al problema legal concitado por el Reglamento de actividades nocivas e insalubres provocará un mayor problema en el futuro que tendrá que enfocarse por vías legales (modificación del texto legal eximiendo a Ceuta de su aplicación estricta) y ambientales y de salubridad (modificación del digestor y de la infraestructura modernizándola) protegiendo a la ciudadanía del hedor y sus consecuencias atmosféricas poco previsibles. Todo ello con el consiguiente nuevo gasto económico. Creemos que es hora de que se expliquen mediante una auditoria todas estas actuaciones poco afortunadas y sobre todo porqué se ha tirado a la baja con todo lo que tiene que ver con el medio ambiente y la salubridad.