Hace unos días, repasando la prensa me encontré una columna, a modo de editorial, que denunciaba el intrusismo en la prensa y la falta de fiabilidad por la variedad y disponibilidad de opciones para llegar a una noticia y adaptarla. Una manera ruin de trabajar poco y lavarse las manos, interpretando la noticia de una forma ajena a su pluma, donde no aparece la subjetividad del estilo de un profesional…
Así nos encontramos con una realidad poco fiable y donde el “copiar y pegar” se convierte en el salvoconducto para no pillarse los dedos. La prensa se ve abocada a una modalidad en pleno crecimiento que supone para muchos la solución a su apatía de sacar de sus plumas la fiabilidad de la opinión. Nadar a corriente es el mejor sistema para no destacarse y ser un perfecto súbdito del poder establecido.
Como decía hace pocas semanas la prensa está acotada por los intereses de los colores que defienden (y luego hablamos de los periódicos afines al Rey de nuestro país vecino).
En mi artículo, hablaba del sinsentido del amplio ramillete de televisiones de izquierda y su cercanía al desgobierno de Zapatero, pero quizás me dejé en el tintero ciertos programas de debate del lado de la derecha. Programas donde la derecha se muestra a sí misma de una forma lejana a los modos actuales de la política conservadora y alardea ante el público como la burguesía más repelente (hacer un programa entre copas de vino y sorteando sus estupendas camisas con puños para gemelos no creo que sea la forma más adecuada para llegar a los indecisos).
La certeza de encontrar libertad de prensa en nuestros medios es complicada por los intereses, políticos y económicos.
Mecanismo que sacude a aquellos que opinan dándole forma a las verdades y encumbra a otros escondidos, dedicados en actuar sin sustancia alguna, trabajo que está fundamentado en señalar sin mojarse. Los ingenuos, dispuestos a asumir el reto de ofrecer sus pensamientos libres plasmados en tinta se encuentran con el amargo sabor de la incomprensión y el desaliento de una legión de tramposos a sueldo.
La incertidumbre de nuestro futuro hace que nadie se arriesgue a sacar los pies del plato y la prensa reivindicativa, genuina e innovadora se diluye por falta de valor, asumiendo de una forma sumisa su posicionamiento.
Indudablemente vivimos una época de sombras y oscuridad, camino allanado para la carroña. Terminar con ese comportamiento sólo tiene un sistema, excluyendo actitudes poco comprometidas y premiando la imparcialidad sobre la intransigencia de los ingenuos poco implicados.
La prensa es conocida como el 4º poder, creada para la expansión de las noticias y el pensamiento en los países libres y convirtiéndose en rastrero pasquín cuando los fines son bien distintos y los políticos utilizan la difusión de los medios como un títere a merced de unos hilos.
Salir de esta corriente se hace harto complicado cuando los condicionantes son tantos y se ponen en juego tantos factores.
Posicionarse en la libertad y opinar firmando sin los condicionantes de una orientación obligada está hoy por hoy al alcance de muy pocos, aunque algunos intenten maquillar su pobre discurso con retales de dignidad.