El Tarajal sigue siendo ese espacio caótico en el que las decisiones adoptadas se empecinan en escapar de la normalidad. Y así sucedió ayer, cuando a pesar de que se había anunciado el veto al porteo hasta el próximo septiembre, cientos de porteadores terminaron bloqueando el lado marroquí impidiendo la entrada de otros ciudadanos así como de vehículos.
La tensión fue en aumento, hasta el punto de que se temió que se produjera un incidente de mayor calado, disturbios y apedreamientos. No fue así pero sí hubo gritos, aglomeraciones, impedimentos al tránsito fluido y una expresión constante de malestar que hizo permanecer en alerta a las fuerzas de seguridad.
La frontera española nunca cerró, pero sí vio ralentizado su tránsito por el colapso formado en Marruecos y la imposibilidad de muchos ciudadanos de entrar en la ciudad. Ni Guardia Civil ni Policía Nacional tuvieron que intervenir en momento alguno, pero sí se extremó la atención hacia un espacio fronterizo marcado por cierta intranquilidad.
La medida acordada entre ambos países a petición de Marruecos ha sido un auténtico fracaso al topar con la presión de una población que, cada vez en mayor número, se dedica al tráfico de mercancías y que tiene sus objetivos puestos en la próxima celebración de la Pascua del Sacrificio prevista para el 12 de septiembre. El amago de los camalos de cruzar a Ceuta para cargar mercancías o de convocar concentraciones hasta que se les permita su entrada provocaron que se suspendiera la medida. Además hubo amenazas directas al jefe de aduanas en Marruecos a quien ayer mismo intentaron ‘linchar’ sobre el terreno.
La decisión de bloquear el tránsito de mercancías había sido acordada para facilitar el regreso de los magrebíes a sus países de residencia con motivo de la Operación Paso del Estrecho.
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