Al consejero de Presidencia, Gobernación y Empleo, Jacob Hachuel, le podrán discutir muchas cosas, pero lo que está claro es que ni partidos políticos de la oposición ni las centrales sindicales podrán, en ningún momento, argumentarle que los Planes de Empleo de este año han sido cocinados con premeditación, alevosía y nocturnidad.
En primer lugar, convocó en dos ocasiones a las distintas formaciones políticas. La primera de ellas, para mostrarles el borrador que los criterios y baremos que iban a entregar en el Servicio Público Estatal de Empleo en la fecha indicada. Lo pudieron estudiar y cuatro días más tarde resultó que volvieron a verse para que expusieran sus argumentaciones y se mostró el Gobierno dispuesto a aceptar sus sugerencias. Luego, para que no existieran sorpresas se produjo una conversación con el SEPE para que antes de la reunión de la comisión ejecutiva, donde la Ciudad tiene voz, pero no voto, resultó que algunas propuestas salieron adelante y otras no.
Y en esa misma reunión el propio Hachuel se comprometió con los sindicatos a mostrarles las memorias de los distintos programas de los Planes de Empleo, donde se recogen uno por uno y en detalle los puestos de trabajo que van a ser cubiertos. Programas que igualmente los partidos de la oposición ya han tenido copia de los mismos.
Lo que sucede es que luego existen unos criterios como gobierno que no se deben confundir con la transparencia que ha mostrado el consejero. Hablar y mostrar no es no mantener una idea.