El Área de Menores de la Ciudad atiende a diez subsaharianos que no alcanzan los 18 años y que han convertido el centro de 'La Esperanza' en su hogar.
Son los protagonistas de esas estadísticas basadas en números y porcentajes; son los que llegan solos en desembarcos u ocultos en dobles fondos de vehículos. También los hay que se han arriesgado a saltar la valla. De Liberia, Camerún, Chad, Mali o Guinea Conakry (de este país son media docena), son en su amplia mayoría adolescentes, niños y niñas que han llegado a Ceuta y que aspiran llegar a Europa o a la península más tarde o más temprano.
Otros ya lo hicieron. Adou, el niño de la maleta, se encuentra junto a sus padres en Canarias. Celeste, la adolescente que llegó en patera, ya está en el País Vasco junto a su madre y dos hermanas. Hace unos días partió un menor cuyo tío se encuentra en la península. Son protagonistas del eslabón más débil de la inmigración, que acostumbran a tener familiares ya residiendo legalmente en el país y que aspiran a una reagrupación que resulta compleja porque debe ser demostrada con documentación y pruebas de identidad al objeto de evitar la actuación de las mafias de trata de menores.