Las de Ceuta y Melilla no serán ya las únicas vallas fronterizas construidas en países de la Unión Europea. Uno de los estados de más reciente incorporación, Hungria, ha iniciado ya la construcción de una controvertida valla en su frontera con Serbia parar frenar o detener la inmigración.
43 soldados han comenzado a trabajar en un “tramo modelo” en la zona de Mórahalom, con diferentes máquinas de oruga para levantar un “tramo modelo"” de 150 metros. El gobierno del primer ministro, el conservador Viktor Orbán, anunció en junio su decisión de elevar una alambrada a lo largo de la frontera con Serbia, con una longitud de 175 kilómetros y de 4 metros de altura, para impedir que los inmigrantes lleguen a territorio húngaro desde el país vecino. Por el momento las autoridades no han especificado cuándo e iniciará la construcción de la valla definitiva, que tendrá un coste de 21 millones de euros. Las obras se realizan en colaboración de los ministerios del Interior y de Defensa. El parlamento de Budapest ya dio luz verde la semana pasada una ley que concede al gobierno el derecho a usar una franja de 10 metros de profundidad a lo largo de la frontera y en territorio húngaro. Hungría es uno de los países más afectados por la fuerte ola de inmigrantes de países en conflicto que buscan refugio en la Unión Europea. En lo que va del año, más de 78.000 personas han solicitado asilo en el país, de los cuales 77.600 llegaron a Hungría desde Serbia. Es otra de las respuestas que van surgiendo en estados miembros que hasta no hace mucho han puesto en tela de juicio los perímetros fronterizos que separan Ceuta y Melilla de Marruecos, así como la actuación que llevan a cabo las Fuerzas de Seguridad en ambas ciudades. Si hace unas semanas la presión se concentraba en el Eurotunel que conecta Francia y Gran Bretaña, donde también se han producido varias muertes de inmigrantes, el foco de tensión se ha trasladado ahora hasta la zona este de la Unión, hacia Hungria y Grecia, país que también es utilizado por miles de inmigrantes procedentes de países azotados por los conflictos bélicos o terroristas, como sirios, paquistanías o iraquíes.
Y es ahora cuando el drama de la inmigración no solo afecta al litoral mediterráneo, o a las fronteras terrestres en África, sino a toda la UE cuando se habla, al fin de política moigratoria común. Pero al hambre y a la desesperación no se le pueden poner puertas. En Ceuta y en Melilla lo sabemos bien.