La Biblioteca Pública de Ceuta se ha colado en el listado de las 420 obras de toda la UE que optarán al próximo Premio de Arquitectura Contemporánea ‘Mies van der Rohe’.
El edificio salido de los lápices del estudio Paredes & Pedrosa, que celebra en unos días el primer aniversario desde que abriera sus puertas al público, competirá con otras 34 construcciones de toda España, además de otras siete levantadas fuera de nuestras fronteras pero por autores nacionales. El resto se reparte por Europa.
Creado en 1987 por el Ayuntamiento de Barcelona y la Comisión Europea, el ‘Van der Rohe’ se ha convertido con los años en el galardón de referencia de la arquitectura continental. Se concede de forma bianual, está dotado con 60.000 euros y su principal objetivo es, destaca la organización, “reconocer y remarcar la excelencia en el campo de la arquitectura y dar a conocer la importante contribución de los profesionales europeos al desarrollo de nuevas ideas e investigación tecnológica”.
El 27 por ciento de las propuestas que optarán al galardón están relacionadas con la vivienda y otro 24 por ciento con equipamientos culturales. El 11 por ciento acogen además a infraestructuras educativas, el 5 por ciento albergan oficinas y el restante 33 por ciento aporta mejoras a las áreas de deportes, comercios, edificios gubernamentales, transportes y proyectos urbanos.
Entre los últimos ganadores figuran el Centro de Conferencias y Conciertos de Reikiavik, la Ópera Nacional de Oslo y el Kursaal de San Sebastián, obra de Rafael Moneo; o el aeropuerto londinense de Stansted, ideado por Norman Foster. Álvaro Siza, creador del Auditorio del Revellín, también aparece en la lista de triunfadores por el edificio del Banco Borges e Irmao que levantara en Vila do Conde, en el distrito provincial de Oporto.
Una obra singular
El pasado 2 de octubre, en una conferencia pronunciada en la propia Biblioteca, Ángela García de Paredes –diseñadora del edificio junto a Ignacio Pedrosa– resaltaba su condición “singular” por la integración del yacimiento arqueológico de Huerta Rufino, “nada habitual en este tipo de edificios”. También se encargó entonces de destacar cómo la “compacidad de Ceuta” obligó a proyectar el edificio en altura, en cinco plantas, “algo que tampoco es muy común” pero imprescindible ante “la escasez de suelo” en el lugar que se eligió como emplazamiento. “Fue el motivo por el cual la estructura se apoya sobre el yacimiento, ya que en otras condiciones igual no hubiera sido necesario y éste podría haber quedado fuera, a un lado. Pero como no había más espacio disponible, se decidió hacerlo así, englobándolo en incorporándolo en el corazón de la biblioteca”, subrayó.
El resultado, añadió en una entrevista publicada en El Faro, es “un edificio muy neutro, que no tiene grandes huecos ni colores” y que aparece recortado “sobre el perfil de la ciudad”.