La presentación del libro esta tarde a las 20:00 en la Biblioteca Pública ha sido suspendida.
El militar al que la publicación de ‘Un paso al frente’ le ha acarreado un procesamiento por el que se le pide 6 años de cárcel visita Ceuta para presentar, a las 20:00 en la Biblioteca, el polémico libro
Encuentra en El Faro el lugar para poder expresarse en libertad, ese bien tan preciado, esa arma tan poderosa y temida por miles de personas a lo largo y ancho de la Humanidad, esa necesidad que, según él, brilla por su ausencia en la institución a la que se debe. Se llama Luis Gonzalo Segura de Oro-Pulido, militar en activo al que la publicación de su novela Un paso al frente, que presenta en la Biblioteca Pública del Estado a las 20:00, le ha acarreado diversos arrestos y un procesamiento por el que se le pide una condena de seis años de prisión.
–¿Cuáles son los primeros recuerdos militares que tiene?
–En mi familia tengo antecedentes militares, mi abuelo y mi tío abuelo fueron militares y esta circunstancia tira mucho. Hay un momento en el que yo estudiando Geografía visité el Centro Geográfico del Ejército y el mundo que vi me atrajo muchísimo, de modo que decidí dar el salto. El mundo castrense es muy atractivo.
–¿Es usted un militar vocacional?
–Lo soy.
–¿En qué año entró en el Ejército?
–En 2002. Entré como soldado y desempeñé mi labor en el Centro Geográfico del Ejército y a partir de ahí, a los dos años, decidí que ese, el militar, iba a ser mi camino.
–¿Ha pasado momentos agradables como militar?
–Muchos, muchos. Aunque yo critique el modelo por obsoleto y diga que debe de cambiar, las Fuerzas Armadas te pueden dar buenos momentos: conoces personas excelentes de diferentes partes de España, convives con ellas y se fomenta el compañerismo. Los amigos de la mili te duran para siempre.
–¿En qué se ha quedado atrás Defensa?
–Por sentido común necesitamos una separación de poderes, es decir, que tanto la Justicia militar como la Guardia Civil y las auditorías, que son los tres elementos de control de las Fuerzas Armadas, se externalicen y luego es obvio que precisamos de una fiscalización y una transparencia en las cuentas que llegaría casi por su propio peso. Y por supuesto hay que dotar a los militares de libertad de expresión y de derecho a manifestación, como así sucede con la Policía Nacional, que es un Cuerpo disciplinado y que cumple su trabajo de forma muy eficaz. Tenemos un problema porque nos han vendido que necesitamos perder esos derechos, o no tenerlos, por cuestión de disciplina pero la realidad y la coherencia dice que eso no es así.
–¿Cuál es la primera gran reforma que usted acometería en Defensa?
–Es complicado. Habría que derribar pilares que construyen el problema: la falta de libertad de expresión, independizar la Justicia y las auditorías. Pero quizá la libertad de expresión es la clave.
–Hablaba usted de ausencia de derechos básicos para el ser humano.
–Por supuesto, tenemos que tener en cuenta que España ha hecho una reserva al Tratado de la Unión Europea en el punto de los derechos humanos para poder seguir arrestando a los militares. Esto no tiene sentido alguno en Europa y en la España actual. Vuelvo a poner el ejemplo de la Policía Nacional: hay elementos suficientes para mantener la disciplina en una institución sin tener que recurrir a la privación de libertad. La privación de libertad se debe de dar de forma extrema en un conflicto bélico o en una situación similar pero en cualquier otra circunstancia no tiene sentido alguno.
–Si hubiera libertad de expresión en el Ejército, ¿no podría quedar menoscabada la autoridad del mando?
–Yo no me imagino que en las Fuerzas Armadas todo efectivo tomara al mando como el pito del sereno...
–...¿A quién beneficia la ley del silencio?
–Obviamente beneficia a quienes cometen abusos, a los que dan privilegios y caen en corruptelas. Estas tres circunstancias no son el problema principal sino que son consecuencia de un modelo que no funciona claramente.
–¿Por qué cree que un mando tiene miedo a que el militar pueda hablar en libertad? ¿Hay mucho que esconder?
–En el momento en que un militar hable habrá conocimiento social. Eliminar el servicio militar obligatorio, una buena medida a mi juicio, significó que la sociedad dejara de tener conocimiento de lo que sucede en los acuartelamientos. Si los militares pudieran hablar en los periódicos y contar lo que sucede sin ningún problema pues imagínese. Los privilegios, los abusos y las corruptelas de los cuarteles saldrían a la luz, ese es el miedo que tienen.
–¿No hay silencio para salvaguardar la seguridad nacional?
–Sólo en cuestiones muy puntuales.
–¿Tiene miedo a caer en prisión?
–Tengo claro que se me va a privar de libertad y se me va a expulsar de las Fuerzas Armadas. Y se me intentará desprestigiar, manchar mi nombre, pero sea como fuere yo he hecho lo que tenía que hacer. En muchos casos, como este, es necesario actuar sin temer las consecuencias.
–¿No tiene miedo entonces?
–Tengo miedo pero está asumido.
–Usted se ha jugado la vida en escenarios bélicos, como Afganistán. ¿Considera que por ser usted, por su postura, no se le reconoce esta labor y se intenta ocultar su trabajo por España?
–Sí, sí. Se me va a desprestigiar seguro. No pasa nada, lo tengo asumido. Lo principal es quedar conforme con mi conciencia y a partir de ahí si me quieren destrozar la vida a nivel profesional lo van a hacer y si me quieren destrozar mi vida a nivel personal también lo harán. Pero yo habré cumplido con mi obligación.
–¿Le irrita que muchos militares que piensan de igual manera a usted estén callados?
–Es complicado. A ellos los entiendo también. Hay personas que tienen familias y tienen que comer. Tienen miedo y el miedo es un arma muy poderosa. Pero sí creo que la cúpula militar, que se siente tan atacada por este militar que le habla, por mi libro y por mi punto de vista, debe dar un paso adelante, tener la responsabilidad acorde con el alto mando que tienen cada uno de los cabecillas, porque además se les paga para eso, pero ellos anteponen un falso sentido de lealtad y de compañerismo por encima de la lealtad al ciudadano, a los españoles y al país.
–¿Toda la cúpula militar es corrupta?
–No, pero sí toda la cúpula militar es responsable de lo que sucede en cuanto a que cada mando tiene la obligación de denunciar los comportamientos dañinos y en muchos casos no lo hace y mira para otro lado.
–¿Se van dando pasos para que su lucha consiga objetivos?
–Pues se van dando de manera muy lenta. Lo cierto es que las Fuerzas Armadas no han vivido ni siquiera una Transición como el resto de instituciones de España. La sociedad se plantea ahora hacer una Segunda Transición y critican aspectos de la Primera y nosotros ni siquiera hemos hecho la Primera. Necesitamos hacer por tanto un doble esfuerzo y es probable que sea más traumático que para el resto de la sociedad pero hay que hacerlo sí o sí porque ya no es que el sistema sea obsoleto y haya una merma de las libertades de los militares o una indefensión jurídica de muchos de nosotros sino que todo ello supone que la situación sea insostenible y esta es una factura que en realidad pagan todos los ciudadanos.
–¿Tiene el apoyo y la admiración de mucho compañeros, de militares que a escondidas le dicen “es impresionante lo que estás haciendo”?
–Sí, en ese sentido sólo tengo palabras de agradecimiento. Aunque sólo con el hecho que usted comenta tenemos ya un gran problema, me refiero a que muchos compañeros me tengan que agradecer lo que hago a escondidas o por medio de familiares. Esto demuestra que es una situación insostenible. Un ciudadano no debe tener miedo a día de hoy a dar un ‘me gusta’ en Facebook o a ir a una presentación de un libro, sea cual sea el libro y de lo que hable. Es un problema muy serio.
–¿Me puede contar alguna crueldad de la que haya sido testigo o protagonista en un cuartel?
–Cualquier militar puede contar miles de casos de abusos. Le voy a contar uno que me parece llamativo: A mí me comunican la pérdida de confianza, en mayo, dos capitanes y un teniente coronel y lo hacen en un baño, después de que me metieran allí. Esto pone de relieve la mentalidad de la alta cúpula militar, de hacer las cosas a escondidas, en la clandestinidad. Es un funcionamiento rancio y pseudomafioso. Había otro sitio para comunicármelo y no en un baño en donde yo no sabía si me iban a dar una paliza o qué iba a pasar allí.
–¿Es acaso la cúpula militar más cercana al franquismo que a la democracia?
–Un general hace no mucho me dijo: “Las Fuerzas Armadas españolas son débiles desde que Franco murió”.
–Miembro de Aume como es, ¿considera que el asociacionismo militar es una vía para progresar en las reivindicaciones y un escudo protector?
–Creo que es imprescindible que todos los militares se asocien básicamente porque lo que le da fuerza a las asociaciones es tener muchos miembros. Cuando se sienta a negociar en la Comisión de Defensa o a negociar con algún partido político lo que a una asociación le da poder es que haya muchos militares detrás. Los militares deben tomar conciencia de la importancia que tiene asociarse, por supuesto a la asociación que deseen, no digo una en concreto.
–Defensa alardea de paridad, de que se ha integrado a la mujer al Ejército pero yo le pregunto: ¿hay machismo en el Ejército?
–No hay una integración completa de la mujer en las Fuerzas Armadas, creo que tenemos un gran problema. Alguien escribió que “la mujer ya está en las Fuerzas Armadas”, lo cual es razonable, pero lo que no puede ser es que las integren en las Fuerzas Armadas y luego las persigan en cuanto empiezan a tener hijos. Esto no tiene sentido y es una postura aberrante. En las Fuerzas Armadas hay un gran problema con la conciliación familiar porque se están obligando a las madres militares a hacer guardias y servicios cuando la normativa deja claro que esto no puede ser así. Es decir, se les obliga a abandonar a sus hijos menores, lo cual es un delito, para ir a una guardia o bien a no ir a una guardia y entonces renunciar a su trabajo. Es una situación verdaderamente dramática.
–¿Cuando empezó a escribir la novela?
–Fui llevado por la frustración y cuando comencé a escribir no tenía la intención de publicar pero poco a poco lo que hacía iba evolucionando y decidí que la gente supiera.
–Cada vez que hay una conferencia militar en Ceuta suelen asistir muchos militares y el lugar escogido quedarse pequeño. Pero siendo su caso distinto, ¿tiene miedo de que no vaya nadie esta noche a escucharle?
–Me parece que habrá un lleno arrollador o no vendrá nadie. Entiendo la situación y si al final vienen diez personas daré la presentación para esas diez personas con todo mi cariño y si vienen 120, como ha ocurrido en otros lugares, pues encantado. Ocurre muchas veces que cuando presento libro programan otros actos militares y es una pena que esto suceda, un bochorno.
–¿Ha tenido algún contacto con la plaza militar ceutí?
–Estuve tres semanas en Ceuta, me pareció una ciudad magnífica, de hecho he pedido en alguna ocasión vacante en Ceuta porque es un sitio en el que me encantaría estar y además te da la posibilidad de acercarte a otro mundo como es Marruecos y esto me resulta muy interesante. Antepasados míos han estado en Ceuta y esto también llama la atención. Tengo buenos recuerdos de la ciudad y de la Comandancia aunque supongo que ahora tendrán una visión mía que les habrá llegado por la cúpula militar.
–¿Tiene sentido que hoy día haya Ejércitos?
–Ojalá no fueran necesarios pero a día de hoy sí son necesarios. Quizá haya que pensar en un Ejército europeo como una solución. Actuar en determinadas zonas de conflictos es necesario.
–¿Su día a día es agradable?
–Desde que salió el libro hasta que me suspendieron en funciones recibí muchas presiones y no he vivido momentos agradables.
–Le deseo que los pase.
–Muchas gracias.