-
El Servicio Marítimo de la Guardia Civil recuperó ayer el cadáver de un joven, de origen subsahariano, flotando en el mar
-
Unos pescadores lo vieron a primera hora, llevaba poco tiempo sin vida, según las conclusiones iniciales del médico forense
Nadie sabe cómo se llama. Ni siquiera portaba algún documento identificativo entre sus prendas. Vestía una camisa naranja y unos pantalones. Su cuerpo quedó flotando en el mar, asido a una cámara neumática de las que se usan para las travesías que se sabe cómo empiezan pero nunca como acaban. Y la de este joven terminó en medio de su periplo clandestino, en un mar que ya ha atrapado demasiadas vidas y que en estas últimas semanas está registrando un tráfico constante de pateras. Porque al otro lado hay miseria, hay penurias y hay, sobre todo, mucho dolor. Por eso la gente escapa, huye, subiendo incluso a las endebles embarcaciones con sus bebés.
Ayer, mientras el Servicio Marítimo recogía este cadáver cerca de la almadraba del Chorrillo (tras recibirse una llamada en el 112 efectuada por pescadores), decenas de inmigrantes conseguían alcanzar las costas peninsulares a bordo de cuatro embarcaciones. En total fueron 36 los auxiliados por Salvamento Marítimo y todos fueron trasladados a Tarifa, entre ellos había menores de edad.
Se desconoce si el joven hallado muerto en aguas de Ceuta podría haber formado parte de alguna expedición que aún no ha llegado a su destino, aunque también cabe la posibilidad de que hubiera intentado la travesía por sus propios medios terminando en el mar. El oleaje y el frío constituyeron una combinación mortal de necesidad. Según las primeras impresiones obtenidas sobre el terreno por el médico forense que fue desplazado por la Policía Judicial a la base del deportivo, la muerte se había producido la noche anterior. Ahora queda por determinar las causas exactas con el informe tras la autopsia que se entrega en el juzgado.
Agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil acudieron a la base del Marítimo para examinar el cuerpo, fotografiándolo para la oportuna investigación que se abre para intentar identificarlo. Tarea complicada salvo que algún residente del CETI pueda conocerle o se conozcan avisos de la población subsahariana que está viviendo en los montes que pudieran saber de su marcha.
Sobre el suelo quedó la cámara neumática empleada a modo de ‘flotador’. Un elemento rudimentario que, enlazado con una cuerda, usan los inmigrantes creyendo que así podrán salvar sus vidas. Elementos tan rudimentarios como los chalecos salvavidas que no son más que burdas fabricaciones que no tienen seguridad alguna.
De nuevo la muerte vuelve a marcar un fenómeno migratorio definido por la desesperanza de personas que quieren marchar, que huyen de batidas constantes, que están viéndose sometidas a una presión imparable al otro lado de la valla.
La vida de este joven ha quedado truncada para siempre en uno de tantos intentos de marcha que perfilan la ruta del Estrecho, la ruta de la muerte para aquellos englobados en el mediático cupo de los ‘sin papeles’; una ruta que se lleva para siempre la dignidad y los sueños de quienes solo buscaban una meta.
El Servicio Marítimo rastreó ayer la zona por si hubiera más cuerpos; el resultado fue negativo.