La historia del tetuaní M.E.F., de 39 años, es el claro ejemplo de la permeabilidad fronteriza de cara a la entrada de delincuentes con múltiples antecedentes o incluso con órdenes de expulsión dictadas por juzgados locales o peninsulares. A este carterista, con 22 detenciones a sus espaldas y hasta ocho identidades distintas, le detuvo la Policía Nacional esta semana al conseguir relacionarle con al menos cuatro hurtos producidos en tiendas de la ciudad durante las fiestas navideñas. Siempre actuaba de la misma manera, dentro de los locales o aprovechando las largas colas formadas ante las cajas pagadoras. A este ya reconocido carterista la Policía le esperó a su entrada en Ceuta y se le detuvo tras pasar la frontera. De no haber sido así, hubiera entrado sin problemas en la ciudad dada la imposibilidad de controlar documentalmente a cada individuo que entra. Tras ser reconocido por los perjudicados, al ahora identificado como M.E.F., experto en cambiar su identidad documental, se le ha relacionado con un delito de hurto y tres faltas. Tras prestar declaración en el juzgado, se le puso en libertad dada la tipología del delito y lo marcado en la actual legislación.
Días atrás, la misma Policía Nacional detuvo a un tironero en plena acción que tenía orden de prohibición de entrada dictada por un juzgado de Huelva. Aún así entró. Es el cuento de nunca acabar, la pesadilla para los agentes y la problemática de ser una ciudad frontera.