Nunca, pero nunca es nunca, alguien había llegado al extremo de cerrar las puertas de un centro que se ideó para terminar con las tiendas tercermundistas de Calamocarro y dar una acogida digna a los inmigrantes. Nunca nadie había sido tan torpe (mucho menos en un gobierno de sello socialista) para terminar siendo portada nacional por algo tan indigno como impedir que una persona que ha saltado una valla pueda entrar en el lugar construido para atenderle.
Además de indecente supone una decisión que no solo afea la imagen de Ceuta sino que genera un grave problema social y sanitario, entre otros.
Lo más grave es que, siendo una barbaridad, nadie haya comparecido para corregir la medida y, sobre todo, explicar por qué la adoptó.
No, lo de la saturación no es verdad. El CETI ha vivido épocas mucho peores, con muchas más personas acogidas. También ha habido épocas en las que en solo 24 horas nos entraban casi mil personas a las que había que registrar, curar, filiar y buscar techo rápido. Por aquel entonces existía coordinación y todas las administraciones cooperaban. Ahora lo que parece haber es demasiada actitud de niño chico entre quienes están condenados a entenderse, pero son incapaces de coordinarse. Y si a esto le sumas una dirección del CETI fantasma, entonces llegamos a la peor de las situaciones.
Hace años que no tenemos una entrada masiva, sí que, en cambio, existe un goteo de entradas constantes. Si antes se era capaz de reaccionar ante esas emergencias sorpresas, ¿cómo ahora, cuando el goteo es diario, se ha sido incapaz de buscar medidas sociales para evitar esta auténtica barbaridad?
La foto del CETI con la puerta cerrada era el más vil recuerdo de lo que debe ser un Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Palabras bonitas sobre el papel que han fracasado en la práctica.
De esto que ha pasado se tienen que exigir explicaciones. No las hay, salvo que las disfracen para ajustarlas a lo que quieren. Sorprende el silencio, la callada, el mirar hacia otro lado. Se empieza permitiendo que cierren las puertas de un centro de acogida temporal y se termina… ya saben cómo.
Explicaciones, ya. ¿Serán valientes para darlas?