EN MEMORIA DE DIEGO PÉREZ CON TODO MI CARIÑO HACIA SU FAMILIA.
Mi queridísimo amigo, y hermano en tantas cosas, José Manuel, junto con toda su familia, enterraron a su padre el jueves, después de varios años de dedicación ininterrumpida a los cuidados. Diego Pérez, es hoy justamente homenajeado con estas modestas y apresuradas letras.
Una difícil enfermedad se había apoderado de Diego y lo había sumido en un letargo existencial que los tenía a todos bastante apenados, y en algunos momentos también desconcertados.
Bien sé, de primera mano, cómo han luchado todos en favor de su padre, para darle las mejores atenciones, y apoyar a su querida madre Teresa, en esa difícil prueba. Porque es el compromiso la esencia del amor, y no los sentimentalismos, en los peores momentos, siempre aflora a la superficie la verdadera valía de los seres humanos, y la capacidad de amar que poseemos los unos con los otros.
"Lo veo pintando acuarelas en Chauen, y tomando instantáneas de todo lo bello, también siento su delicada y dulce mirada con sus preciosos ojos llenos de candor"
Desde aquí quiero enviarles, a todos ellos, un respetuoso saludo, y decirles abiertamente “bravo por lo que habéis conseguido”. Por mi parte, he tenido la dicha de ser testigo de vuestra entrega y sacrificio en los cuidados y dedicaciones, todas ellas expresiones sublimes del alma humana que no rehúye el sufrimiento sino que lo acepta y se supera. Estoy convencido que estas duras experiencias preparan para otras, que inevitablemente tienen que venir en esta incierta y maravillosa vida.
Siempre he frecuentado a los padres de mi querido amigo y su casa familiar, y mis recuerdos se remontan treinta años atrás. En aquel tiempo, José y yo empezamos a compartir ilusiones y pasiones por la cultura y la investigación sobre Ceuta y su entorno.
Las visitas a su casa siempre tenían agradables encuentros con sus padres que me trataban con mucho cariño y consideración. De su padre Diego, siempre tengo una huella imborrable de bondad, además de una luminosa fe católica que me acogía con amor, a pesar de que por entonces, yo albergaba un desinterés absoluto por esos temas. Siempre tuve una sensación de paz a su lado, y su constante interés por mi trabajo científico, unido a un apoyo moral, me reconfortaba ampliamente en las luchas por abrirme camino en esta Ceuta del siglo XXI.
La misma sensación de apoyo y cariño he tenido con su querida mujer Teresa, y madre de José Manuel. Desde mi punto de vista, a Diego, lo puedo también considerar un padre que siempre me acogía y saludaba con amor; recibía con agrado sus consejos; siempre he considerado que es una gran alegría, que alguien con experiencia de vida, te obsequie con la sabiduría de la edad y la experiencia vital. Su buen humor era una constante en nuestros frecuentes encuentros por la Calle Real, hasta que su faro exterior se fue apagando con gran rapidez, y la enfermedad lo poseyó. Después de ver lo lleno que estaba el templo para su misa de funeral, y la cara del sacerdote celebrando y trasmitiendo el gozo por la vida del finado, no me cabe duda, que la luz de la caridad, fue la energía principal que movió la trayectoria personal del padre de mi amigo.
No obstante, que difícil es aceptar la muerte, y tener una actitud contemplativa sobre el momento más crucial de la vida de un ser humano. Como de costumbre se pasa de puntillas y más que contemplar el inevitable destino con profunda introspección, se echa una mirada de soslayo, y rápidamente volvemos a las conversaciones prosaicas. Mas o menos, esto andaba comentando, con nuestro común amigo Juan Carlos Ramchandani, a la salida del templo, después de la bonita y muy apropiada misa de difuntos, celebrada en la iglesia de los Remedios. Personalmente, me queda la pena de no haber podido conversar con el padre de mi amigo sobre Dios, pues mi repentina conversión llegó en un momento en el que la enfermedad se había posicionado con virulencia en su masa cerebral. No obstante, me quedan sus preciosos recuerdos. En las comidas familiares de los domingos en casa de José, sentía una cercanía especial con él, a pesar de estar en “su mundo”, podía ver algo, que me hacía saber, que su alma estaba en perfecta condiciones. Por lo tanto, era el cerebro, es decir la parte material, la que tenía el problema para transmitir pensamientos, deseos y voluntades.
Debajo de todo eso, estaba su ser inmortal en perfectas condiciones y en comunicación constante con el Altísimo. Dios está siempre actuando, podríamos decir que es puro acto, nos habla a nuestro ser más interior, el alma. Es decir, Él promociona la vida interior, y para un enfermo del temible Alzhéimer, es todo lo que tiene. Bien mirado, es muy posible que un enfermo de estas características, al igual que otros casos de retrasos mentales, o los niños, tenga mucha más cercanía con Dios y reciban sus consuelos espirituales.
Al igual que el mal y sus demonios necesitan del ruido para actuar, porque solo tiene acceso desde fuera hacia adentro, a la parte sensible cerebral, y a los sentidos interiores, activando la memoria, no pueden llegar al alma. Nuestro Creador, bien podría estar en constante comunicación, promocionando la vida interior de este tipo de enfermos. Así lo que parece una terrible enfermedad, que lo es en términos humanos, médicos y temporales, no necesariamente lo será para el alma.
Quien no frecuenta su mundo interior, nada conoce de las carreteras y avenidas por donde fluye la gracia y las bendiciones divinas.
Todo lo bueno viene de la divinidad y es infundido en nuestro castillo interior por su gran misericordia y bondad, con la finalidad de inspirarnos y ayudarnos a ser progresivamente buenos y virtuosos. Es mucho más activo Dios que el mal, pero para captarlo necesitamos el silencio y la quietud de la contemplación. Así imagino a Diego Pérez, un hombre esencialmente bueno, que tuvo una parte contemplativa y gran desarrollo espiritual cristiano, y fue permanente asistido por el Espíritu Santo en su dolencia. En este sentido, son bien posible los encuentros interiores con nuestros seres queridos, no solo a través de la activación de los recuerdos. También pueden ser aumentados, navegando por los espacios infinitos del alma, que al fin y al cabo, tiene participación directa del ser de Dios, como bien indica la teología de Aquino.
Toda la creación salió del corazón de Dios y es un fresco viviente de su infinito amor. Por eso una vida espiritual, es propia de un ser humano que persigue las cosas del espíritu, como bien explica San Pablo.
"Siempre tengo una huella imborrable de bondad, además de una luminosa fe católica que me acogía con amor, a pesar de que por entonces, yo albergaba un desinterés absoluto por esos temas"
El alma es un extraño y maravilloso punto de encuentro fuera del tiempo donde tienen cabida tanto los vivos del mundo temporal, como los vivísimos del intemporal. Diego Pérez habita en los lagos del interior de mi ser y en las montañas y mares increados que calman mi sed. Lo veo pintando acuarelas en Chauen, y tomando instantáneas de todo lo bello, también siento su delicada y dulce mirada con sus preciosos ojos llenos de candor. Lo busco en mi habitación íntima, y donde aparece cuando se le antoja. Lo veo postrado ante el Señor, dándole gracias por su vida e intercediendo por su familia y por toda la creación. Ya ha estado en su presencia, sentido el silencio perfecto y escuchado la inimaginable voz de Dios llamándolo por su nombre.
He tenido el placer de conocer a Diego y a sus hijos, muy buenas personas. Un fuerte abrazo a la familia y Descance en Paz.
Lo siento muchísimo, todo el ánimo para la familia. Lo conocí en mis comienzos en la fotografía cofrade y tuvimos ocasión de departir buenos momentos de charla junto con Paco Buzón y Carlos Afonso. Una buena y gran persona.
Tuve la suerte de conocer a Diego, a su padre y a su hermano Rafael. Se puede definir a esta familia con dos simples palabras pero que lo dicen todo: buenas gentes. Descansa en paz querido amigo y vuela alto; el cielo te espera
Muchas gracias por su amable comentario sobre mi padre y la familia. Saludos cordiales
Una bellísima persona.
Muchas gracias. Un cordial saludo
Acabo de abrir las paginas de Internet, y a su vez la noticia del fallecimiento de mi gran amigo y compañero Diego Pérez.
Nos conocimos hace muchos años por cuestiones de trabajos; era una persona cariñosa y su hacer en el
trabajo era un lince. Junto con su familia y muy especial Teresa, que recuerdo que ella siempre tenia palabras de
bondad y afecto para todos nosotros, bien en el centro de la ciudad o su casa.
Por cuestiones personales no estoy en nuestra querida Perla del Mediterráneo D.E.P. amigo y un abrazo muy fuerte
para Tere y sus hijos. Pepe Garzón.
P
Muchas gracias, Pepe. Nos hemos alegrado mucho leer las cariñosas palabras que has dedicado a mi padre y a mi padre. Un abrazo fuerte para ti y todos los tuyos