El PP no olvida, 18 años después, a quien se convirtió en diana involuntaria de la sinrazón terrorista.
Nuevas Generaciones convocó ayer, un año más, un acto de homenaje y de recuerdo a Miguel Ángel Blanco, el concejal de Ermua (Vizcaya) secuestrado por ETA y posteriormente asesinado en un intento de la banda de someter al entonces Gobierno de José María Aznar a un chantaje que forzara el acercamiento de sus presos a las cárceles del País Vasco. El órdago de la barbarie chocó contra la firmeza de La Moncloa, obligada a no ceder, y la respuesta de los etarras fue descerrajar dos tiros en la cabeza al edil del Partido Popular un 12 de julio en pleno monte. Moriría en el hospital en la madrugada del 13, tal día como ayer pero de 1997.
Casi dos décadas después la banda ha sido doblegada por la democracia –a falta de una declaración final de rendición y de la entrega de su arsenal– y, en buena medida, por el espíritu de Ermua, aquella resistencia de manos blancas que plantó cara a los asesinos y enarboló un gigantesco y sonoro Basta ya a los radicales. Pese a ello, el PP se esfueza cada año en rescatar la figura de “un joven normal, una persona de su tiempo a la que las inquietudes, su inconformismo, sus ganas de cambiar la realidad que le rodeaba y su espíritu de servicio le condujeron hasta Nuevas Generaciones”, como le definió ayer Rocío Salcedo, presidenta de la rama juvenil del partido y vicepresidenta primera de la Asamblea. Lo hizo durante la lectura del manifesto junto al monumento de la Plaza de la Constitución, la ley de leyes que Blanco defendió con su vida frente a la barbarie etarra.
Junto a ella, una nutrida representación del partido. Juntos denunciaron “el terror de unos asesinos que jugaron con la vida de un joven y con los sentimientos de todo un país de manera miserable, unos días en los que nos sentimos decepcionados por tanta crueldad pero que supusieron la unión de todos” porque “no se puede poner precio a la libertad y menos utilizar una vida para ello”.
“Símbolo de la libertad”
Los afiliados y simpatizantes del PP depositaron flores a los pies del monumento, en el que habían colocado varias reproducciones del rostro de Blanco entre velas rojas. A unos centímetros, las banderas de Ceuta, España y el País Vasco. “Miguel Ángel Blanco es un símbolo de libertad, de conciencia y solidaridad, de la defensa de los principios democráticos, de defensa del Estado de Derecho. El recuerdo y homenaje de su figura, junto a un renovado compromiso de todos en la lucha contra cualquier tipo de terrorismo, siguen vigentes en la actualidad”, proclamó Salcedo durante la lectura del manifiesto.
A la defensa de esos valores se unió, en nombre de todos sus compañeros, la secretaria general del PP de Ceuta y exconsejera de Presidencia y Gobernación, Yolanda Bel. Su mensaje trasmitió la condena hacia el “asesinato cruel y cobarde de ETA, que parece que fue ayer”, pero también la satisfacción por la reacción de aquellos días de julio en los que “todos los españoles, incluidos los ceutíes, le dijeron a la banda que no podía, ni por un minuto más, seguir matando a personas que luchaban por la libertad y una España abierta y plural”. Ese triunfo, “el de todo un pueblo sin miedo y sin sed de venganza”, debería a su juicio hacer reconocer a los terroristas “que se han equivocado y pedir perdón”.
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