El nombre de Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, está ya asociado al premio ‘María Miaja’ después de que Búscome y Mujeres Progresistas hayan decidido otorgar el galardón correspondiente a 2019 a esta luchadora incansable por la igualdad de la mujer.
Besteiro ha reconocido que, si bien ya se han sentado las bases para crear un marco legal en la lucha hacia la igualdad, aún “hay muchas piedras en el camino” en este objetivo.
La violencia de género y su empleo para evitar que la mujer avance es uno de los principales obstáculos en esta batalla de la mujer por lograr la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad. “La violencia de género es el arma más poderosa para impedir que avancemos, se emplea para evitar esa autonomía y el hombre la utiliza al considerar que la mujer es un elemento de su propiedad y ejerce control sobre ella. La mujer ocupa una posición subordinada y es un mensaje dirigido a todas las mujeres. De ahí que si se niega que exista violencia, se niega que se luche para combatir esa desigualdad”.
El discurso negacionista de la violencia de género ha dado como resultado la cifra de 51 mujeres asesinadas en lo que llevamos de año, un dato que solo se encuentra al remontarse diez años atrás en el tiempo. “Este discurso refuerza el falso mito de que las mujeres usan artimañas para obtener beneficios y también el ideario del maltratador que cree que tiene que tener a su mujer en casa bien sujeta y atada y cree que está haciendo lo que se espera de é. Esto también aumenta la vulnerabilidad de la mujer, mina su autoestima y las aísla socialmente”, ha apuntado Besteiro.
En materia laboral tampoco se han logrado grandes avances por el motivo de que aún sigue vigente el estereotipo de que la mujer debe ser la responsable del cuidado de los hijos y de personas dependientes. “Eso al final se traduce en desigualdad económica, en percibir menos complementos al haber menos productividad y por otras artimañas que utilizan para que cobremos menos”.
Aspectos que deberían replantearse desde edades tempranas y que, sin embargo, debido a la ausencia de una educación igualitaria, no se están modificando. “Los roles que creíamos que se iban agotando por el hecho de compartir los mismos espacios no son suficientes para promover la igualdad y combatir la violencia de género. No solo no la combatimos, sino que cada vez son más persistentes y se usan para perpetuar ese maltrato o reforzarlo e incidir de manera más sibilina, ya que los jóvenes confunden el enamoramiento con ese control hacia la mujer. Son unos idearios reforzados en el ideal del amor romántico que persiste en nuestras niñas al ser educadas como princesas que esperan a su príncipe azul y eso demuestra que vivimos en sociedad patriarcal”.
Besteiro añade que actos como la entrega del premio ‘María Miaja’ son necesarios para lograr caminar en la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres.