“Yo no premiaría el fotoperiodismo que vive de la miseria de los demás”

El reportero gráfico Ángel Colina transportó al público de su conferencia a Bolivia, Líbano, Ruanda o la reconversión industrial de los 80 en España.

Las fotografías que proyectó ayer en la Biblioteca Adolfo Suárez teletransportaron al público a las plantaciones de cocaína en Bolivia y los estragos de los bombardeos en Líbano. Instantes que el cántabro Ángel Colina vivió y captó con su objetivo y trajo a la ciudad para la conferencia Fotoperiodismo y libertad.    
Sus últimos trabajos gráficos ponen el foco en la crisis, las movilizaciones del 15-M, los desahucios... Sin descuidar sus colaboraciones en la radio y su labor como fotógrafo de la Ruta Quetzal BBVA. En su currículum atesora, además del Premio Ortega y Gasset de Fotoperiodismo, su colaboración fija en Diario 16 y en revista Panorama, como jefe de fotografía, y en Arte de Vivir donde fue director de fotografía en el Grupo Cosmomedia.  
–¿Qué vínculos entre el fotoperiodismo y la libertad trata en su conferencia?
–Éste no va a ser el único tema de la conferencia. Pero dentro de eso, está el periodismo ciudadano, las redes sociales, la llamada Ley Mordaza... Fotoperiodismo y libertad es como si decimos periodismo y libertad, va todo unido. Desde que los empresarios son los dueños de los medios, las cosas han cambiado mucho. Cada uno defiende sus intereses y hay ciertos temas que, dependiendo del medio, no se pueden tocar. Esa es la idea.   
–El periodismo ciudadano, ¿se ejerce en mayor libertad que trabajando en un medio?
–El fotoperiodismo ha experimentado un cambio muy importante con las redes sociales y el formato digital. Ahora mismo, cuando ocurre cualquier suceso, te vas a encontrar con alguien que pasa por allí con un teléfono y va a hacer una foto o grabará un vídeo. Éste se lo venderá o regalará a un medio de comunicación y eso es un periodista ciudadano. Ahora, ¿qué tienen que hacer esos medios o esas agencias? Es comprobar la veracidad de esas informaciones. Hace poco decía una redactora jefe de Le Monde –periódico francés–: “¿Para qué voy a enviar a un periodista a Siria con un fotógrafo cuando me están llegando miles de imágenes de allí?”.
Otro tema es verificar. Evidentemente, nunca será lo mismo el trabajo que va a hacer un redactor y un fotógrafo que tú envíes de tu periódico a lo que te manden de allí. Aparte, hay mucha manipulación en todo ésto. Puedo poner el ejemplo de los yihadistas, que es el ejemplo más tremendo que hay, por cómo utilizan las redes sociales para manejar la información e incidir sobre nosotros pese a toda la experiencia que tenemos. Caemos en la trampa de publicar sus imágenes, las volvemos a emitir mil veces en televisión haciendo lo que realmente quieren.    
–La ‘Ley Mordaza’ –Ley de Seguridad Ciudadana–, ¿es una amenaza para el fotoperiodismo?
–Sí, es un problema. Sobre todo en determinadas informaciones, como es el caso de las manifestaciones. Ya era complicado antes de la ‘Ley Mordaza’, desde que empezaron a aplicar sanciones por cuestiones determinadas. Muchas veces, hay poca libertad a la hora de trabajar... Ponen muchas pegas e inconvenientes. Pero también hay un factor nuevo que ha nacido en el ámbito del fotoperiodismo en las manifestaciones. Se trata de la figura del fotógrafo o periodismo militante, es decir, que de repente tú puedes ser el fotógrafo o el redactor de una página web que pertenece a sistemas anticapitalistas; o a Podemos... He puesto dos ejemplos aunque puede ser cualquiera porque, de otra manera, el periodista que escribe para el Partido Popular también es militante. Pero es que a veces estabas en una manifestación haciendo fotos y, de repente a tu alrededor, escuchas a personas que están insultando a los policías a la vez que hace fotos. Entonces, cuando la Policía carga, lo hace contra todos. Hay un problema ahora porque cualquiera coge un teléfono... Hay mucha gente que funciona como fotoperiodista pero no lo es. ¿Dónde está el límite de todo eso? Es complicado.        
–Entonces, ¿es necesaria una regulación de este tipo?
–No, no, no... Eso no va a arreglar este problema. Lo que han hecho es meterle miedo a la gente con sanciones tan altas. Hay quien me ha dicho: “Yo prefiero que me lleven dos días detenido a que me metan 3.000 euros de multa”.     
–¿Existe el fotógrafo honesto, el que busca la verdad, o solo se busca la fama y los galardones?
–Yo estoy en contra del tema de los premios en la fotografía porque creo que ahora, hablo del fotoperiodismo, creo que hay muchos fotógrafos que se miran demasiado el ombligo y son demasiado protagonistas. Yo creo que el periodista, fotógrafo o redactor, tiene que hacer un trabajo. No entiendo que te premien por una foto en la que aparece, por poner un ejemplo, un padre con su hijo destrozado, muerto en sus brazos... Eso no lo puedo entender. Depende de qué tipo de fotoperiodismo, pero hay un fotoperiodismo que vive de la misera de los demás. Pero, si te dan un premio, es como una especie de fiesta y lo estás haciendo con los problemas que tienen otras personas. Yo creo que no habría que dar premios a esas cosas.    
–Cuando le concedieron el Premio Ortega y Gasset en 1988 –la fotografía muestra a agentes de la Guardia Civil refugiados durante los enfrentamientos con trabajadores por la reconversión industrial–, ¿qué cree que valoraron?
–Era un momento histórico que la Guardia Civil estuviera así. Nunca se la había visto en una situación así en la historia. Acorralados, rodeados y tal. Eso es lo que se premia, el estar allí y el instante de verlos así a todos.
–Ante una historia, ¿se implica con lo que contempla o se blinda frente a esa realidad?
–Esta mañana estuve trabajando con guardias civiles en la frontera y me decían: “Aparte de agentes somos humanos y padecemos como todo el mundo”. Pues eso mismo. Depende de cómo sea cada persona.