Categorías: Opinión

Y de ‘la 5’ a ‘la 4’

El Príncipe, ese peculiar y problemático barrio tradicionalmente tan desconocido para tantos ceutíes, resulta ahora que, por obra y gracia de las cadenas nacionales de televisión, se nos puede convertir en algo así como el pan nuestro de cada día. La serie de su mismo nombre, parece arrasar. Que casi 5,3 millones de espectadores, el 26,9 por ciento de la audiencia, vieran su segundo capítulo, el pasado martes, es muy relevante. Máxime si se tiene en cuenta su subida de 4,3 puntos respecto al capítulo inicial. El Príncipe se ha convertido en la serie más vista de Telecinco, dejando muy atrás a las de la competencia. El caso de Los misterios de Laura, que se quedó con el 10,5 de cuota de pantalla.
La peculiar originalidad de la serie de Mediaset respecto a otras producciones de acción, unida al escenario y al exotismo en el que se desenvuelve juega mucho a su favor. Lo que falta saber es si la trama argumental, aparentemente algo cerrada, será capaz de seguir mereciendo el interés de los teleespectadores en los once capítulos restantes. Lo cierto es que la serie, con todas las connotaciones negativas que tiene para la visión de la ciudad, algo en lo que casi todos parecemos coincidir, flaco favor, efectivamente, puede hacernos tal y como temíamos.
Ficción, sí, escribía la pasada semana. Ficción pero basada en un fondo de un barrio con determinados hechos y connotaciones innegables. Y por si fuera poco, de la ficción hemos pasado, en la madrugada de ayer sábado, a la realidad del barrio. A renglón seguido del estreno de la producción anterior, Mercedes Milá y su equipo analizaban en Cuatro, a corazón abierto, el latir cotidiano del lugar. De cadena a cadena y de la ficción a la realidad. Realidad innegable de un entorno de marginación, droga, paro, pobreza e inseguridad en el que determinados delincuentes pretenden imponer su ley por la fuerza del silencio y del revolver, y en el que el fenómeno del yihadismo nos ha mostrado ya sus garras aprovechando el caldo de cultivo que genera esa marginalidad de la zona.
Que a la opinión pública nacional se le traslade ahora, ya en el plano informativo, cuanto acontece en el entorno es preocupante. Que se le proclame como “el barrio más peligroso de España”, según el reportaje, en el que se cerró su comisaría, donde las patrullas policiales son recibidas con pedradas, adoquines y emboscadas propias de la lucha callejera en el entorno de un desconcertante y arbitrario urbanismo en un dédalo estrechas callejuelas propicias para atentar contra los agentes, todo ello en un entorno de marginalidad y paro endémico es muy serio.
Poco o nada, pues, que objetar a cuanto pudimos ver en Cuatro salvo lamentar la estampa negativa de Ceuta que puede consolidarse a través de la fuerza mediática del medio televisivo y de la que tan difícil será desposeernos. Los hechos son los que son. Poco después de la independencia de Marruecos, el Príncipe se dejó crecer a su antojo con una masiva inmigración incontrolada hacia la que las administraciones de turno, a lo largo de los años, han mirado para otro lado. Y con ella la multiplicación de construcciones y asentamientos ilegales en terrenos de dominio público donde cada cual edificó cuando y cómo le vino en gana dando forma a auténticos y peligrosos rompecabezas urbanísticos para sorpresa y dolor de los vecinos de toda la vida del barrio que tanto añoran lo que fue tan modesto pero entrañable rincón en el que tan armoniosamente convivían cristianos y musulmanes.
Ya digo que Cuatro no ha manipulado nada. Se podrá, eso sí, discrepar de determinados testimonios del programa. El caso de quien se quejaba de oír “todos los días” tiros desde su casa, algo cierto pero no hasta esos extremos. O el mismo joven que, para criticar la marginalidad existente, afirmaba que sus padres, al llegar a 6º de EGB, los echaban del colegio. Nada más lejos de la verdad y esto puede desmentirlo alguien que, como yo, ejerció la docencia en los años 70 y principios de la década siguiente en el lugar, algunos de ellos en los cursos 7º y 8º de entonces, los actuales 1º y 2º de Secundaria.
Si algo bueno podría traernos todo este despliegue mediático sobre las barriadas Príncipe Alfonso y Príncipe Felipe es que su cada vez más preocupante problemática en todos los órdenes pueda ser contemplada y atendida por los gobiernos de turno. Ya. No es fácil, hemos de convenir. Pero la bola de nieve se va haciendo cada vez más grande y puede terminar arrastrándonos a un terrible precipicio de fatales como irreparables consecuencias para la propia ciudad y para quienes en ella vivimos. Ojo.

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