El haber estado por la zona del Tarajal para ilustrarme en directo de las confidencias que tenía en lo alto de la mesa ha sido una de las causas por la que voy a escribir este informe. Lo sencillo hubiera sido transcribir las notas directamente a las columnas de este medio. Pero yo no soy así. Mis ímpetus pueden más que yo mismo y siempre intento beber de la fuente del saber. También intervienen la pérdida del sueño que me hace pensar en todo un montón y no conformarme con nada sencillo. Acompañado siempre de mi traductora particular, y le agradezco mucho que me sea fiel y no me vaya diciendo cosas que no estén dentro del contexto. Por eso cuando fuimos a preguntar por si les hacía falta algo primordial a todos los implicados empezó la confluencia de que no existían unos servicios en todo el contorno tanto en la zona del Tarajal normal como elTarajal II. Tampoco por parte marroquí. Las primeras declaraciones de los responsables de las instituciones fueron contundentes. Pusieron unos módulos portátiles al lado de la parada de autobús y los habían destrozado en poco tiempo. La pregunta fue contundente. ¿existía algún tipo de vigilancia en el lugar? La respuesta fue entre dientes. No.
Seguí investigando y observé que el gran cúmulo de personas que existía por el lugar de lunes a jueves por el motivo del Tarajal II era inmenso. Desde primeras horas de la madrugada, no exagero de decir las dos de la mañana, se acumulaban en la sección marroquí, hasta que hacen el pase por la frontera del Tarajal II, sobre las siete y media a. m, luego van por la mercancía, vuelven y la dejan en destino han transcurrido como mínimo 10 horas. La llamada de la naturaleza es evidente que puede llegar en cualquier momento. Yo como soy viejo, sé que cada dos horas tengo que ir al wc así que los pobres y las pobres transeúntes que hacen este viaje creo que serán super hombres y mujeres. O como le llaman las autoridades régimen de pasajeros. Pero las declaraciones siguen: “Cuando están en las filas esperando el pase para poder ir en dirección a la aduana marroquí hemos detectado muchas veces cercos de orines redondeados lo que se desprende de que alguna mujer ha miccionado en el lugar aprovechando que llevan la túnica ancha tradicional de invierno y previsiblemente no llevar una prenda íntima. Un modus operandi bastante hábil que tiene todos los ingredientes de oportunidad, talento, estudio, precisión.
Son muy observadores los vigilantes contratados para llevar las entradas a territorio español entregando un boleto que cuando vuelvan tendrán que entregar. Esto sirve como recuento y a la vez de justificantes de poder estar por el polígono. De esta manera me han informado que la media de entrada de porteadores es de unos dos mil. Por otro lado en la zona del resguardo fiscal me declararon que una mañana justo en la puerta de entrada a los despachos observaron una abultada prominencia que cuando se acercaron vieron con todo el estupor, asombro y luego asco, por los olores que desprendía, que se trataba de un detrito humano bien desarrollado. Tuvieron que poner el estómago en buen recaudo para con ayuda de unos periódicos, luego una fregona y posteriormente una manguera con lejía poner fin al espectáculo bochornoso de la dedicatoria puesta por algún gracioso. Pero también las mujeres y hombres hablan diciendo que no tienen más remedio que hacer sus necesidades en la playa. Las mujeres cuentan que lo hacen por turnos. Unas vigilan y otras van al aseo. La palabra clave es vergonzoso. Estamos en unas fechas donde esto ya parecía que se había superado. Pero no.
La idea propuesta por unas porteadores era muy básica y sencilla. Unos cuartos de baño con supervisión de una mujer que por efectuar la limpieza posterior a la entrada al mismo sea recompensada con un incentivo económico y resguardada por un vigilante jurado que evite cualquier tipo de altercado. Sencillo, modélico, y concensuado por los clientes en potencia. Faltaría poner primero estas instalaciones en un lugar propicio y luego ver el importe por el uso del mismo.