Esto que llaman apertura de frontera deja en el aire una clara indefinición sobre los criterios que se van a aplicar en el paso de mercancía. Lo último oficial que conocimos fue la famosa frase de “ni una bolsa de tomates” o “ni un Danone”. El siguiente paso fue la difusión de un documento que supuestamente cifraba los kilos permitidos y que la propia Delegación se encargó de avanzar que estaba manipulado, que se trataba de un documento de 2020 que ahora alguien interesado viralizaba como bueno. Esto ha provocado que la frase de “la Guardia Civil deja pasar 10 kilos, me lo ha dicho un vecino de confianza” se haya extendido como la pólvora dándola como verídica.
Estas son consecuencias de abrir una frontera -fíjense que para algunas voces oficiales no está todavía abierta sino que es algo así como un experimento o prueba- sin haber concretado asuntos que, en Ceuta, tienen muchísima trascendencia y pueden provocar males mayores.
Primero. Impedir el cruce con lo básico, lo que se ha denominado siempre régimen de viajeros, sería hasta ilegal.
Segundo. Dejar la puerta abierta a los famosos 10 kilos o 2, según los productos que pases, supondría retomar lo que muchísima gente quiere porque no se entera todavía que este Tarajal no es el de antes y apuesta por recuperar el porteo al menudeo, que es lo que despidió 2020 con las famosas avalanchas antes de que el covid clausurara la puerta.
Tercero. No comparecer oficialmente para dejar claro lo que se va a permitir pasar provoca que esto se deje a criterio del guardia civil de turno y eso es lo que no se puede permitir. La administración es la responsable y es la que debe dar las instrucciones objetivas, claras y por escrito para que los agentes sepan qué es lo que deben hacer, para que lo sepan todos por igual. Aquí no se trata de que un agente sí deja pasar y otro no... porque al final terminan las etiquetas, los señalamientos y los problemas y los guardias civiles están para acatar las normas que sus superiores deben dejar clarísimas, sobre todo para que luego, a la hora de pedir responsabilidades si se produce algún caso de gravedad, quien se sienta en el banquillo no sea el que estaba de turno. La administración que juega a esto, a dejar todo un control fronterizo en manos del criterio de alguien, se comporta como una cobarde. Lo de indecisa ya lo dejamos para otras cosas.
Ay, si los países igual que las personas se pudieran cambiar de vecindarios y de vecinos!
Hay protocolos por escrito para algo? Siempre a merced de como quiera actuar el de turno. No me pillo las manos y que sea lo que Dios quiera. Así nos va