Los Agustinos-Colegio San Agustín, en cuya representación recogerá la Medalla de la Autonomía el director general del centro, el padre José Luis Miguel González, verá así reconocida su historia educativa en la ciudad en la que lleva 100 años ofreciendo una educación integral, un sistema de coeducación, una gestión escolar participada por toda la comunidad educativa y una calidad educativa con sello propio.
Como expondrá el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan Vivas, en su intervención institucional, el Colegio San Agustín es un “referente duradero de pasión por la educación con mayúsculas, en valores y en libertad”. El jefe del Ejecutivo destacó que la educación es la “llave del porvenir y el arma más poderosa para cambiar el mundo”.
El director general del centro resaltó que el sentimiento que les despierta esta distinción es de “gratitud” al poner en valor todo su trabajo con los alumnos y sus familias. Miguel González apreció el reconocimiento a los “valores para el crecimiento de la persona” ya que también es una forma de hacer pública la “labor escondida y silenciosa, de siembra, como digo yo”, de tantos profesores y padres agustinos que han pasado por este Colegio. Esta mención sirve de demostración de que ese trabajo “no pasa inadvertido”, es decir, que tiene un “significado social y de importancia para la comunidad educativa de Ceuta”.
El Colegio San Agustín está agradecido, pero también “esperanzado”. En su centenario, hasta la clausura el próximo 12 de noviembre, el equipo subrayó que la Educación “transmite esperanza” y, por tanto, su director consideró necesaria una “apuesta clara de que no solo es el presente, sino que también es el futuro que soñamos de un mundo mejor, más justo, más humano y solidario”. Algo que, recordó, “lo estamos sembrando ya, ahora, y a su vez nosotros también estamos recogiendo lo que sembraron las generaciones anteriores”.
Como señalaron en la apertura del centenario, el Colegio San Agustín ha querido “compartir y celebrar” esta efeméride con toda la comunidad ceutí. Motivo por el cual, en todos los actos que realizaron y los que están por llegar, invitaron a otras instituciones para que “se alegren de poder celebrar estos cien años de educación”. Como dice su lema: ‘Aprendiendo y enseñando juntos’. La Orden cree que es una labor compartida, no solo de sus actividades de puertas hacia adentro, sino que tiene una proyección hacia el resto de la comunidad educativa ceutí. En ese sentido, esta Casa está “abierta a todos”. Como confesó Miguel González, se sienten encantados de “poder compartir todas las riquezas de cada uno”.
En sus orígenes, nació como un “centro de cultura” y, por tanto, como un “lugar de encuentro” de las comunidades asentadas en la ciudad. Una oportunidad para conocer esas culturas y, asimismo, “enriquecernos con el aporte de cada una de ellas”, apuntó Miguel González. Por este motivo, resaltó el docente, “ha sido y es un lugar donde poner en común lo mejor de cada uno” y potenciar los valores de la “aceptación, el diálogo...”. En definitiva, la aportación del centro consistió en “hacer crecer a la comunidad ceutí en el sentido más amplio, en todos los aspectos que tienen que ver con la persona en todas sus dimensiones: personal, social y familiar”. Así como en la “espiritual y más trascendente” que hoy día, estimó Miguel González, “está un poco descuidada, principalmente, en las leyes que hay”.
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