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La vida de Mohamed que se perdió en la frontera sur

Es la peor de las noticias que podían recibir. Las familias de Abdul Samad Al-Habashi y Mohamed Al-Khawa llevaban prácticamente un mes pidiendo ayuda para dar con estos dos jóvenes marroquíes desaparecidos al cruzar a Ceuta. La Gendarmería les ha comunicado ahora el hallazgo de un cadáver en aguas de Alhucemas cuya identidad no ofrece dudas: se trata de Mohamed. De su compañero nada se sabe, temen que haya tenido el mismo final ya que juntos emprendieron rumbo a nuestra ciudad. Confían en obtener noticias para al menos conseguir esa información que hasta la fecha nunca obtuvieron. La incertidumbre es la peor de las compañeras, la que quema poco a poco y deja en el más puro abandono a quienes pierden la pista de sus familiares en esas travesías fatídicas que tanto se repiten en la frontera sur.

Su hermano lo identificó en la morgue gracias a varios objetos personales

Los familiares de Mohamed han tenido que unir fuerzas para dar la despedida nunca pensada pero temida. Pudieron identificarlo y proceder a su entierro en la localidad de Al jadida. Su propio hermano tuvo que reconocer el cadáver en la morgue, confirmando que era él por el reloj que portaba, su ropa interior y la forma de su dentadura. Además encontraron su teléfono y cédula de identidad. Ese reconocimiento oficial es el que le ha permitido poder dar sepultura a un joven que quiso probar fortuna cruzando a nado el espigón. A pesar de la tragedia, los allegados a Mohamed han querido agradecer a las autoridades españolas, a la Policía Nacional y "a todos los que colaboraron en nuestra ayuda y nos respondieron".

Falta por localizar a Abdul Samad, que había emprendido con él la ruta

La propia familia que imploraba ayuda por encontrarlo ha tenido que comprobar su muerte. Son cuantiosas las historias que se publican de desaparecidos de los que nunca más se sabe, de los que no se tienen noticias. Los cuerpos sin vida encontrados son una mínima parte del grueso de historias a las que nunca, y eso es lo peor, se les llega a poner el punto y final. Esta misma semana un joven de Tetuán moría a las pocas horas de intentar el cruce por el espigón del Tarajal, conocido ya como el cruce de la muerte. Su cuerpo fue encontrado por la Guardia Civil en el muelle de España y su familia conseguía identificarlo. Iba a cumplir en meses 25 años, se llamaba Naufal y estudiaba peluquería. Son historias, todas estas, de gente joven que termina su vida de forma trágica, demasiado pronto y en muchas casos sin identificar.

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