Ceuta se suma hoy a los actos en contra de la violencia de género que tendrán lugar en cualquier rincón de España. Unos actos que vendrán a poner en primera línea informativa un maltrato difícil de erradicar. Hoy además se pone de manifiesto un dato preocupante: la edad de las víctimas. Al menos en Ceuta se está registrando una tendencia a la baja y cada vez son más jóvenes las chicas que terminan acudiendo a la oficina de atención a las víctimas para denunciar lo que les está pasando. Hablamos de casi adolescentes, de víctimas de entre 16 y 25 años que se ven obligadas a denunciar una situación que nada tiene que ver con los prejuicios que nos hemos impuesto. Si pensábamos que la violencia de género podía estar más presente en un perfil concreto o podía afectar a personas de mayor edad o de una franja generacional determinada, estamos muy equivocados. Los factores que conducen a una agresión son variados y que este tipo de comportamientos se dé ya en edades tempranas hace saltar las alarmas en torno a los protocolos, las campañas, las medidas o los dispositivos que las administraciones están poniendo en marcha.
A los actos oficiales, a los comunicados de prensa, a la lectura de manifiestos que cobrarán forma durante el día de hoy, debe sumarse un ejercicio claro de reflexión para que sencillamente podamos entender cómo una chica de tan sólo 16 ó 17 años puede terminar sentada ante un funcionario al que le ruega que le ayude a reestructurar su vida tras ser víctimas de malos tratos. ¿Situaciones anecdóticas? Muy al contrario, demasiado comunes en una sociedad que padece la pérdida gradual de valores y en la que los límites se desdibujan cada vez más.