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Víctima de engaño o traficante de personas: una duda y 7 años de cárcel

Se enfrenta a 7 años de cárcel, pero insiste en que nada tiene que ver con el delito que este martes le llevó a sentarse ante el tribunal de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta: tráfico de inmigrantes.

La Fiscalía mantiene que el llamado A.H.A. actuó en connivencia con un menor que ya fue condenado en el Juzgado competente para facilitar la llegada a la Península de otro adolescente.

El plan debería haber funcionado, o eso pensaban. Así, el 29 de agosto de 2022, se ejecutó ese pase que pudo haber terminado con una desgracia ya que el piloto de la moto de agua arrojó al inmigrante al mar para intentar esquivar a los agentes del Servicio Marítimo y los GEAS.

Ese sin papeles había sido previamente acercado en un barco que salió del puerto deportivo hasta las inmediaciones de Benítez. Lo patroneaba el acusado, que fue identificado y detenido por la Guardia Civil tras una investigación ampliatoria posterior que se centró en la revisión de las cámaras del puerto deportivo y la investigación de la titularidad de varios vehículos.

Las horas previas y posteriores al pase frustrado

En el juicio celebrado este martes declararon varios agentes de la Benemérita tanto de Policía Judicial como de los GEAS. Los investigadores hicieron un croquis al detalle de las horas previas y posteriores al pase frustrado.

Así, gracias al análisis al detalle de las cámaras del recinto deportivo pudieron constatar la trayectoria seguida por el acusado desde que entró en el puerto deportivo en un coche hasta que se subió a la embarcación con el inmigrante y marchó horas después del lugar.

Para la Policía Judicial la suma de indicios ayuda a formar una tesis que les sirvió para relacionar al acusado con la comisión de un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros.

Los integrantes de la UOPJ detallaron a la Sala las gestiones efectuadas y lo que apreciaron en todas las grabaciones revisadas para fundamentar su investigación.

Por su parte, los agentes de los GEAS que prestaron declaración pusieron de manifiesto el peligro para la vida del inmigrante, la temeridad evidenciada por el piloto y las maniobras tan radicales que hicieron temer lo peor.

De hecho a punto estuvo de haber un choque con un buque mercante o con los propios agentes.

En su declaración, el acusado se presentó ante el tribunal como víctima de un engaño, una particular cabeza de turco.

Dijo que su único error fue quedar con una persona que conoce y que reside en Algeciras para ir a pescar juntos. Le había llamado por teléfono para salir a navegar sin sospechar que en el fondo se estaba preparando la comisión de un delito para ganar dinero traficando con personas.

Al final en su vehículo terminaron subiéndose ese amigo, pero también el pasador y el inmigrante. En su manifestación insistió en que había sido víctima de una trampa.

A la vista oral celebrada durante horas acudió a declarar el menor que pilotaba la moto de agua, quien exculpó al acusado resaltando que no sabía nada del pase. Ese tráfico ilegal había sido preparado por un varón llamado Mohamed Bilal que ni ha sido localizado ni detenido ni, por tanto, tampoco ha declarado en juicio.

Por su parte el inmigrante siguió esa misma tesis exculpatoria haciendo saber que el acusado no sospechaba que él se iba a arrojar al mar.

Dos versiones radicalmente opuestas

Así, ante este relato en el que chocan dos versiones radicalmente opuestas: la del engaño a la que se aferra el acusado y la de la trama delincuencial que presenta la Guardia Civil, Fiscalía no tiene dudas de que debe dictarse una sentencia condenatoria.

Solicita una pena elevada por haber existido un peligro para la vida constatando la existencia de un plan.

La Defensa, por su parte, mantuvo que no había pruebas para enervar el derecho a la presunción de inocencia de su patrocinado. “Llevar a alguien al puerto deportivo sin saber qué va a hacer no está recogido en el Código Penal como delito”, insistió, argumentando que esa era la única prueba presentada contra su cliente, haber llegado al puerto deportivo con un inmigrante pensando pasar una tarde de pesca sin saber el resultado final.

El juicio quedó visto para sentencia. En su derecho a la última palabra el acusado insistió en que no había favorecido delito alguno ni había prestado el barco de su padre para tal fin.

El tráfico de inmigrantes usando menores

En este caso concreto la Guardia Civil se topó con que tanto pasador como inmigrante eran menores de edad. Dos adolescentes que pudieron haber perdido la vida en una acción arriesgada. Se tuvieron que movilizar medios aéreos y también marítimos para dar con el inmigrante y detener al pasador. Aquello no fue casual, se busca a menores para hacer pases precisamente porque así las penas a las que se enfrentarán serán menores. Un engaño del que se benefician las organizaciones dedicadas a explotar el negocio del tráfico de personas. Es lo que se sospecha que ocurrió en este suceso en concreto.

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