Vicente es un genio. Un genio auténtico, de los grandes, humilde, con una fantasía brutal, una capacidad de creación infinita y una chispa difícil de encontrar. Vicente es todo eso, pero también compañero. Quizá lo último es lo más especial, lo destacado, lo maravilloso.
Vicente sufre con las penas que han marcado a este periódico, sobre todo las dos últimas, las de nuestra querida Ana y nuestro constantemente recordado Reduan. Esas dos grandes heridas siguen abiertas, Vicente y nuestros Pepe caballa y la pavana nos los recordaron en su día -y lo siguen haciendo- como solo los genios pueden.
Vicente se enorgullece de nuestros logros, nos sigue, saca punta a nuestras noticias, fotos, vídeos... Lo hace desde que venía cada tarde a traernos la tira en papel para que la escaneáramos, las mismas que ahora nos cuela por mail ya digitalizadas.
No sé qué pensará Serrat de esa aparición del genio para entregarle algunos de sus trabajos. Yo sé lo que pienso: que ha tenido la suerte de tratar con ese señor que se ríe de sus cosas a la vez que nos hace reír a los demás, ese señor que ha mosqueado al mayor peso pesado de este pueblo y enternecido al resto.
Ese par de tiras y la caricatura que ya obran en poder de Serrat, nuevo Premio Convivencia, son joyas porque han salido de la mente de un creador sin límite, de quien no se agota con sus ocurrencias, de quien es una figura para esta tierra.
Serrat se llevó de Ceuta su Premio, el oficial, pero también se ha llevado un auténtico tesoro. Gracias Vicente por recordarnos los valores que nunca debemos perder.